Opinión | NEWSLETTER DE DEPORTES
Año nuevo, vicios viejos
El análisis semanal del presente, pasado y futuro del deporte con Juan Carlos Álvarez

Newsletter de actualidad deportivo por Juan Carlos Álvarez
Si el Celta fuese un crío de seis años no habría cumpleaños al que no le invitasen. Traería el mejor regalo, comería lo justo, se prestaría sin rechistar para cualquier juego, no levantaría la voz y posiblemente se quedaría un rato para ayudar a recoger. Una delicia para niños y padres. Algo parecido le pasa a este equipo cada vez que se sube a un avión para jugar lejos de Balaídos. Saludó al nuevo año tal y como despidió al anterior, convertido en el visitante que todo el mundo necesita en su vida. El Celta te garantiza un bonito espectáculo con su propuesta a ratos festiva, no pega una mala patada, renuncia a buena parte de los vicios insoportables de este deporte como las ridículas pérdidas de tiempo y aún por encima se deja los puntos para felicidad de la hinchada local, conmovida casi siempre por la generosidad de esta buena gente. Vamos, que si a la salida de los estadios ponen un puesto para hacerse el carnet celtista ya digo yo que caen unos cuantos. Este mal vicio ya se ha convertido en una patología seria y asoman los primeros síntomas de desesperación ante la falta de remedio.
Se vio en Giráldez y su discurso a la conclusión del partido. Siempre cabal, reflexivo, autocrítico… esta vez le salió una especie de Bordalás o de Luis García Plaza. Su incoherente exposición sobre el árbitro y su partida de nacimiento (que si era madrileño…) denota la frustración que llevaba en el cuerpo. No es para menos. Otro buen partido arruinado en esta ocasión por la falta de acierto en los metros finales y por dos errores de Guaita de difícil justificación. En octubre son cuestiones que se soportan, pero cuando ya has atravesado la mitad del curso y sigues con esa pesada tos que no te deja dormir pues te levantas con ganas de quemarlo todo. Y eso le pasó a Giráldez que debe encontrar el porqué estas cosas no le suceden al Celta en Balaídos donde es capaz de establecer una relación directa entre rendimiento y resultado.
El Celta confía en retener a Mingueza
Alguna vez les he hablado de mi aversión al mercado futbolístico. Terreno abonado por trileros y medias verdades que excita al personal como pocas cosas. Solo hay que ver el entusiasmo que genera cualquier rumor interesado o el drama que se desata ante la sospecha de que algún desaprensivo viene en busca de un futbolista. Estamos en medio de esa locura de enero que este año en el Celta se centra en la posibilidad de que alguien pague por Mingueza para felicidad del Barcelona (que cobrará la mitad) y de su agencia de representación que agita el nombre del futbolista como si fuese un lote de toallas en un mercadillo.
Y mientras Monchi revolotea por los estadios de España (el viernes estuvo en Vallecas ) nadie respira tranquilo. Seguramente la resolución de este asunto llegará a final de mes y como siempre al Celta solo hay que pedirle que esté preparado para cubrir ese hueco (grande) que dejaría el catalán. El resto, por desgracia, no está en sus manos.
La araña que no pudo matar el United
Les traigo de postre la historia irrepetible de la semana que también tiene que ver con un fichaje y con cómo se hacían las cosas hace tiempo. Fabio Cudicini, un portero notable de Trieste de los años sesenta, pensaba en la retirada cuando tenía 32 años. Pero un día se encontró por casualidad en una trattoria comiendo un plato de pasto a Nereo Rocco, amigo de su padre, que iba a ponerse al frente del Milan. Y todo lo que sucedió a partir de ahí se convierte en un pequeño cuento de hadas. Espero que lo disfruten.
Dentro de una semana nos volvemos a ver. Por el camino el Celta ya habrá jugado en el Bernabéu el partido de octavos de final de la Copa del Rey y hago votos para que el próximo lunes aún siga humeando el incendio que supondría dejar en la cuneta al Real Madrid en su propio coliseo justo después del revolcón de la Supercopa. Casi todo (o todo) está en contra, pero qué diablos, tal vez el jueves descubramos que el rosario de sinsabores de esta temporada como visitantes tenían una razón de ser. A estas horas no queda otra que creer.
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