Opinión
La amnesia ambiental
El olvido progresivo de la memoria medioambiental a lo largo de generaciones humanas llega a aclimatarnos a la degradación de los patrones climáticos de consecuencias anormales. Hablamos de nuestro ambiente vigués más próximo como de otras aguas y territorios, en los que hemos olvidado que estos territorios alguna vez fueron mucho más ricos en biodiversidad.
La «amnesia ambiental» corta la conexión entre el ser humano y la naturaleza y cuanto más desconectados estamos de esta naturaleza, menos queremos protegerla y aquí puede estar la clave ignorada de la destrucción del planeta, cuyo clima se está calentando y su biodiversidad colapsando. Diversas partes del globo se están viendo sacudidas por los desastres naturales, como la dana española, por la falta de transmisión de la memoria ambiental. Los expertos dicen que estas depresiones meteorológicas se están intensificando debido al cambio climático por el calentamiento global. Nada nuevo. Lo preocupante es el olvido progresivo de la degradación ambiental, como una aclimatación del ser humano a lo largo de generaciones a esa amnesia ambiental. A medida que se difuminan nuestras relaciones con la naturaleza, llegamos a considerar «normal» el estado de degradación ambiental, causado por las actividades humanas desde hace muchos años. Preguntemos a la gente del mar o campesina: cada generación ignoró que aquel estado que consideraban normal ya venía degradado con relación a generaciones anteriores, lo que ocasionó la falta de investigación y alternativas sobre el deterioro ambiental terrestre y marino.
Las crisis políticas de la derechización mundial, sin precedentes, en el año 2024, confirman la práctica desaparición de los programas medioambientales, convirtiendo la planificación ecológica en un sueño inexistente en las agendas políticas. De igual manera que amnesia histórica trata de sumergir en el olvido nuestra memoria democrática española, tampoco nos damos cuenta de que las golondrinas que veíamos en nuestra infancia han desaparecido. Con frecuencia dejamos que nuestra memoria sea víctima del culto a la inmediatez y olvidemos que la naturaleza y las cosas están cambiando. Lo vemos con el calentamiento global: las olas de calor que se consideraban excepcionales, aunque llevan varios años agravando el cambio climático, ahora ya se consideran «normales» y duraderas.
Además, las consignas interesadas del olvido medioambiental se utilizan sutilmente empleando el frente climático como fenómeno sorpresa y disfrazando la destrucción por alteración natural. Esta amnesia ambiental intencionada tiene consecuencias de futuro aterrador, porque nos hace indiferentes al deterioro de nuestras relaciones con la naturaleza, con los seres vivos y con nuestra calidad de vida; pero también porque neutraliza cualquier posibilidad de cambio.
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