Opinión
En 20 días llega Trump y mandará callar y firmes
Apunten: lunes 20 de enero de 2025. O sea, ya mismo. Toma de posesión de Donald Trump. Es, por primera vez, un segundo mandato no consecutivo. Estremecimiento general en las horas siguientes. El reelegido presidente ya anunció que actuará con tintes dictatoriales solo dos días, dos, el tiempo suficiente para cesar a personas que guarda en una lista y para deshacer avances de su antecesor. Hay quien ya dimite por anticipado, como el director del FBI y otros cargos importantes, aunque no tan relevantes, porque quien no apoyó su teoría de que Biden le había robado la elección se sabe en la lista de la venganza.
Pero tal como se acerca la fecha, amplía sus proyectos: ahora habla de controlar el Canal de Panamá. Si los históricos Pactos Torrijos-Carter de 1977 cerraron décadas de contencioso entre Estados Unidos y el pequeño país centroamericano, Trump quiere reescribirlos de un plumazo. La inquietud se dispara. No quiere decir que el nuevo presidente envíe a los marines como en otras ocasiones hizo EE UU en su «patio trasero» (la última, en 1989, en Panamá). Trump rebufa y tiembla América Latina, como si viniera una nueva sacudida de la falla de San Andrés. Sus armas son militares como último recurso, pero tiene otras: la amenaza y la desinformación. «Los bulos son un nuevo golpismo», afirmaba el ministro Óscar Puente. Y una tempestad de noticias falsas, con generales de las redes como Elon Musk, que aparece ya como el número dos de la Casa Blanca, puede remover gobiernos allí donde azote.
Pero tiembla también Europa. La señora Angela Merkel ha estado en Barcelona para presentar sus memorias. Inolvidable su reflexión de hace siete años cuando Trump llegaba por primera vez al poder. «Los europeos debemos tomar el destino en nuestras manos», advirtió, aunque poco caso se le hizo. Josep Borrell lo dijo más claro: «Europa debe aprender rápidamente a hablar el lenguaje del poder». ¿Estamos todavía a tiempo, o ya solo queda resignarse?, nos preguntamos con Lluís Bassets.
Entramos en 2025 en una nueva época donde la desinformación es la nueva normalidad. Y la tentación autocrática de numerosos gobernantes tiene a mano recursos sin escrúpulos que no dudan en utilizar. Muy presentes las palabras de Steve Bannon, que fue jefe de estrategia en la Casa Blanca, cuando afirmó: «La verdadera oposición son los medios y la forma de lidiar con ellos es inundar el terreno con mierda». Clarito. En la «batalla de la atención» ganan las redes. En España con la dana que asoló Valencia, las plataformas no hicieron, que se sepa, nada especial por controlar la desinformación que inundaba el espacio comunicativo, como lo hizo el fango en calles, viviendas y fábricas. Polarizar sale rentable en retuits y en votos también, con lo que solo un control estricto de las redes como anuncia, pero no concreta, la Unión Europea, puede entenderse como antídoto contra la intoxicación interesada. Hay que intervenir y dejar de ser espectadores resignados.
De Trump se espera con incertidumbre que mande callar las armas en los distintos frentes de batalla. Poner firmes a Putin y Netanyahu se antoja difícil. Por si acaso, ambos apuran fechorías, como otros contendientes cuando les es posible, para infligir el máximo daño antes de que suene el pitido de final de hostilidades. Aunque tampoco es descartable una prórroga hasta que el resultado de la partida geopolítica le complazca. Una nueva época empieza en el mundo estos días próximos. Suerte.
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