Opinión
A la hora de la merienda
En una inesperada y desafortunada jugada del destino, mi hija tiró la merienda a la basura, y la pillamos. Ningún niño piensa que va a venir alguien por detrás a hurgar en los desperdicios y destapar su plan maestro, supongo. Casi sentí terror al ver la cara desencajada de Helena al contemplar cómo su madre se presentaba en el salón y preguntaba con los ojos casi fuera de su sitio «¿Qué es esto?». Ni siquiera consiguió poner el gesto de no saber de qué le estaban hablando.
Hacer o no hacer una cosa es una duda que se presenta de manera incesante. En su afán por cumplir con cierto destino, las decisiones incómodas andan a tu acecho. Se comportan como un contratiempo imprevisto. Y no puedes evitarlas. Te guste o no, no se apartan, a menos que hagas algo al respecto. Entre comer el bocadillo de pamplonica y deshacerse de él, para que pareciese que se lo había comido, Helena eligió lo segundo. A saber cuántas vueltas le dio al dilema. O a lo mejor ninguna, pues a veces las decisiones aparecen sin más y se zanjan sin pensar en ellas. El proceso es casi siempre el mismo: no sabes qué hacer, y después lo haces, sea lo que sea. No hay garantías de que saldrá bien. Aunque la basura, para el caso de mi hija, es algo que suele mantener a distancia incluso a los curiosos.
No tener que tomar decisiones atribuladas, que no sabes a dónde te llevarán, haría del mundo un lugar perfecto. Pero ese es un sueño para tontos. No suele pasar. Siempre tendrás que hacer algo aunque sea con tu merienda. El mundo es como es, y no hay más salida que hacernos responsables de las incomodidades que nos correspondan al vivir en él.
Qué hacer con el bocadillo, que no sea comerlo, ni decir a tus padres que no quieres más, es solo una disyuntiva de las muchas que te esperan a la puerta, como moscas. Es increíble que existan conflictos que no se resuelvan solos. En tu vida habrá un montón de momentos en que no tengas claras tus decisiones, y padecerás por ello, le expliqué a Helena. «Mientras no seas independiente, hagas lo que hagas pregúntate primero: ¿qué me pasará si se enteran mis padres?».
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