Opinión
¿Quién ganará las elecciones en Estados Unidos?
Sin entrar en circunstancias especiales, (Trump ha tenido tres intentos de asesinato habiendo salvado la vida, apenas por centímetros, en el primero de ellos y, sin ir más lejos, en España, el atentado del 11 M dio un vuelco, por completo, a todas las encuestas), en toda elección hay múltiples factores que hacen que, en ocasiones, los sondeos queden en papel mojado. Las últimas elecciones en España son un claro ejemplo de ello. En el caso de Estados Unidos, a poco más de una semana para el día 5 de noviembre, las encuestas muestran un empate virtual tanto a nivel nacional, como en los denominados estados bisagra, en los cuales es en donde se juega, realmente, la presidencia, porque son aquellos en donde las mayorías de uno u otro partido suelen cambiar, a diferencia de otros estados de piñón fijo, en cada elección, lo que ha llevado a la mayor parte de los medios españoles a calificar las elecciones como “muy reñidas”. Mi pronóstico, sin embargo, es que Donald J. Trump ganará ampliamente las elecciones presidenciales, posiblemente por más de 300 votos electorales. En que me baso para hacer esta predicción un tanto arriesgada.
En primer lugar, en el propio sistema electoral estadounidense. A diferencia de otras repúblicas presidencialistas o semi-presidencialistas, en donde quien obtiene el mayor número de votos es quien gobierna, en Estados Unidos la votación no es directa. Cada estado tiene un número de votos, (o representantes del colegio electoral), variables en función de la población, el candidato que obtenga 270 votos es el que gana la elección. Salvo escasas excepciones es un sistema mayoritario. Por ejemplo, un candidato puede ganar Pensilvania por solo un 0,1% más que su rival, pero se lleva los 19 compromisarios de ese estado. Los estados menos poblados tienen, en proporción, un mayor número de votos. De esa manera, en el año 2016 Hillary Clinton ganó por amplia mayoría en porcentaje de votos a Trump (2,8 millones más), pero este obtuvo 304 votos electorales por 227 de Clinton. En consecuencia, que “real clear politics”, posiblemente la página con la media de encuestas más actualizada, de un empate a 48,5 a ambos candidatos a nivel nacional, hoy en día, es una muy mala noticia para la demócrata. La mayor parte de los analistas piensan que Harris necesitaría estar, a nivel nacional, al menos, tres puntos por encima para ganar las elecciones, para no tener el mismo problema que Hillary en el 16. Pero el mayor problema de la vicepresidente es que Trump lidera o esta empatado en la mayor parte de los estados bisagra y esas si son realmente malas noticias para su campaña, ya que de no conseguir una mayoría en los tres estados bisagras del “rust belt”, es decir Wisconsin, Michigan y Pensilvania, sus opciones serán prácticamente nulas.
"Mi pronóstico es que Donald J. Trump ganará ampliamente las elecciones presidenciales, posiblemente por más de 300 votos electorales"
En segundo lugar, las tendencias. Tras la convención demócrata en la que fue proclamada candidata tras la renuncia de Biden, la vicepresidenta dio un espectacular vuelco a las encuestas y se situó claramente en cabeza, saliendo incluso fortalecida tras el único debate de la campaña, poniéndose, además, tras un gran aluvión de donaciones, por delante presupuestariamente, algo fundamental en Estados Unidos. Sin embargo, a partir de ahí empezó, lentamente al principio y de manera más clara en octubre, a perder terreno y Trump a ganarlo. ¿Por qué? Posiblemente los altos índices de aceptación de agosto mostraban una euforia excesiva al contar con una candidata con posibilidades frente a un candidato como Biden al que los progresistas estadounidenses veían como claro perdedor, además con una ascendencia afroamericana e hindú, se suponía que podría atraer el voto de algunas de las principales minorías del país. Pero Kamala nunca fue una buena candidata, de hecho, en 2019 tras anunciar que se presentaría a las primarias demócratas se retiró a las primeras de cambio por falta de apoyos. En mi opinión, lo que la esta hundiendo es el pésimo desempeño en algunas de las entrevistas concedidas a los grandes medios. Por supuesto la de la Fox, en donde, entre otras meteduras de pata, a la pregunta de Bret Baeier sobre su punto de vista con relación al mal balance que hacen los estadounidenses de los tres años y medio de la administración Biden, contesta. “y Donald Trump es candidato presidencial”. Me imagino que muchos compatriotas suyos pensarían que para Kamala el tocino tiene que ver con la velocidad dependiendo con la rapidez con la que corra el cerdo. Pero incluso en medios afines la imagen no ha sido buena, como en el más reciente “Presidential town hall” auspiciado por CNN, el balance de los analistas, incluyendo a los más cercanos ideológicamente, ha sido muy negativo. Harris llegó incluso a contestar a algunas preguntas diciendo que, como buena empollona, necesitaba tiempo para estudiar la respuesta o le espetó a otra pregunta del presentador Anderson Cooper sobre fiscalidad que “no era el momento para entrar en detalles”.
En tercer lugar. En Polymarket, la principal empresa de apuestas políticas, Trump le saca más de 30 puntos a Kamala. No es una encuesta, pero es otro indicador de por dónde pueden ir los tiros.
En cuarto lugar. Tanto en 2016 como en 2020 Trump tuvo un importante voto oculto, mucho mayor que el de sus rivales. Como si a un porcentaje de sus simpatizantes le diese vergüenza reconocer que vota por el neoyorquino. Por supuesto dicho voto oculto varia en función del estado, pero es otro factor para tener en cuenta.
"En Polymarket, la principal empresa de apuestas políticas, Trump le saca más de 30 puntos a Kamala"
Soy consciente que muchos españoles se preguntan como un personaje tan peculiar como Donald Trump, con fama de machista, depredador sexual, vulgar, grosero y faltón, que aún no ha reconocido la victoria de Biden, sin ningún tipo de pruebas que avalen las acusaciones de fraude. Condenado judicialmente, además de tener un buen número de causas pendientes, incluyendo la de instigación a la toma del capitolio, posiblemente el mayor desafío al sistema legal del país desde la guerra de secesión, está a punto de volver a entrar en la Casa Blanca.
Pues posiblemente porque para muchos estadounidenses Trump es un personaje icónico con el que llevan conviviendo toda su vida, desde que saltase a los medios de comunicación siendo joven y tras haber convertido la pequeña empresa familiar en una de las principales inmobiliarias del país, labrándose esa imagen de empresario triunfador tan respetada en el otro lado del atlántico. Es cierto que es un icono divisivo. Una parte de la población lo detesta profundamente, (de ahí los intentos de asesinato), pero otra parte lo adora y hay un tercer grupo, entre ambos, que lo ve como el mal menor. De hecho, su aceptación entre los hispanos y los hombres afroamericanos ha subido considerablemente. No son pocos los que piensan que la economía funcionó mejor con su presidencia, apenas había inflación, tenía más controlado a los inmigrantes ilegales y no se metió en ninguna guerra internacional creando un mundo más seguro. Es cierto que la administración Biden ha tenido que enfrentar una situación internacional mucho más compleja e inestable, pero al final, como le dijeron a Bill Clinton: “es la economía, estúpido”.
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