Opinión

Impotencia ante la migración

Comenzaré disculpándome. No tengo ni idea de cómo se soluciona el problema de la avalancha de migrantes ilegales. Ojalá pudiera dar respuestas, pero solo tengo preguntas. Ojalá pudiera ofrecer algo más que el sentimiento de indignación ante las imágenes que se suceden. Pueden tacharme de buenismo o recomendarme que acoja yo a los inmigrantes en mi casa. Y con razón. Pero, al menos, nos queda el derecho al pataleo, a no callarnos ante lo que sucede a nuestro alrededor. No podemos esconder la cabeza como las avestruces e ignorar tamaño desastre humanitario. Jamás me imaginé que vería imágenes como la de los campos de Gjader o Schengjin, en Albania, donde la primera ministra italiana, Meloni, pretende enjaular a los inmigrantes sin papeles. Parecen inspirados en los campos de concentración, vergüenza de nuestra historia. Ojo, propiamente de concentración; no de exterminio. Roma pagará a Tirana —siempre la consideró una colonia— por quitarle de en medio la desagradable visión de los centros de refugiados.

"La propuesta de convertir el aeropuerto infrautilizado de Ciudad Real como centro de refugiados resulta de una insensibilidad pasmosa"

Resulta inevitable acordarse de la Ellis Island neoyorquina, que tantas veces nos ha mostrado el cine, donde se desparasitaba a los europeos que acudían en masa en busca del paraíso americano. Entre 1892 y 1954, tiempo en que estuvo en funcionamiento la tristemente famosa gran aduana, aproximadamente 12 millones de pasajeros tuvieron que pagar un peaje de vejaciones para acceder al país. No obstante, solo un dos por ciento fue rechazado. La iniciativa de Meloni va ganando enteros en la Unión Europea. Hasta los socialdemócratas alemanes parecen estar a favor. Y no digamos ya gobiernos como el de Orban que en la misma línea, sostienen que «la única manera de parar las migraciones es con controles, con centros de detención exteriores a nuestro territorio». Controles, por supuesto, pero trasladar a los migrantes a terceros países no parece muy humanitario.

A los hechos me remito. Recientemente se ha hecho pública una investigación periodística, de medios de diversos países, según la cual el Gobierno turco ha creado una amplia red de centros de internamiento y deportación financiados con dinero de la UE. «En esas instalaciones —denuncia— se violan sistemáticamente los derechos de los extranjeros para luego expulsarlos a países como Afganistán y Siria». Turquía acoge a casi cuatro millones de refugiados y, como compensación, recibe 6.000 millones de ayuda de la UE.

"La inmigración requiere un pacto de Estado urgente, por encima de siglas, conflictos de competencias de gobiernos locales, regionales o estatales"

No hace falta ir muy lejos para comprobar la inhumanidad con la que la civilizada Europa está afrontando el tema de la inmigración. La propuesta de nuestro Gobierno de convertir el aeropuerto infrautilizado de Ciudad Real como centro de refugiados resulta de una insensibilidad pasmosa. ¿Alguien se imagina cómo puede ser vivir en un edificio construido como sede de un aeropuerto? Sería un auténtico almacén de inmigrantes en medio de La Mancha.

Y hablando de aeropuertos, ¿cuánto tiempo llevamos oyendo que la mayoría de los inmigrantes ilegales vienen en avión? ¿Cuánto tiempo llevamos viendo las imágenes de las condiciones insalubres en que viven las personas retenidas en Barajas? ¿Cuánto tiempo lleva la Policía denunciando que la situación es insostenible? Ni se sabe y, a día de hoy, nada ha cambiado. Resulta escandaloso comprobar cómo nuestros políticos, de todos los signos, rehúyen afrontar el problema de la inmigración, lo van retrasando sin pudor en su orden de prioridades. Están demasiado centrados en cuestiones que más tienen que ver con mantenerse o llegar al poder. La inmigración requiere un pacto de Estado urgente, por encima de siglas, conflictos de competencias de gobiernos locales, regionales o estatales. Por mera humanidad.

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