Opinión
Brais Méndez
Cuidar la mente: un camino hacia el autodescubrimiento
El exjugador del Celta reflexiona sobre la salud mental
El fútbol, como la vida, está lleno de altibajos. A menudo, estamos tan enfocados en los logros, en el siguiente partido o en alcanzar metas, que olvidamos algo igual de importante: disfrutar del camino. Yo también he sentido esa presión de ser siempre el mejor, de no fallar, de cumplir con las expectativas tanto propias como ajenas. Pero en mi trayectoria, aprendí algo fundamental: las dificultades no son nuestros enemigos, sino oportunidades para aprender, crecer y conocernos mejor.
Como cualquier otro futbolista profesional, he atravesado momentos difíciles. Las lesiones, las derrotas y, en ocasiones, días sin apenas motivación. Me preguntaba si realmente podría seguir adelante, si había escogido bien mi camino. En esos momentos, descubrí algo que cambió mi manera de ver las cosas: pedir ayuda no es una señal de debilidad, sino un acto de valentía. Aceptar que no siempre podemos con todo nos abre a nuevas perspectivas y, sobre todo, a cuidarnos mejor a nosotros mismos.
Para mí, el autodescubrimiento ha sido clave para encontrar el equilibrio. No necesitamos esperar a tocar fondo para buscar apoyo. Existe la creencia errónea de que la ayuda profesional solo es necesaria en los peores momentos, cuando ya no vemos salida. Pero la realidad es que cuidar nuestra salud mental de forma preventiva nos dota de herramientas para enfrentar esos momentos críticos antes de que se conviertan enauténticas crisis.
Mi experiencia trabajando con profesionales me ha enseñado a conocerme mejor, a identificar mis emociones, a comprender mis límites y a saber cuándo debo parar y reflexionar. Estos aprendizajes no solo me han hecho mejor futbolista, sino también una persona más consciente. Ahora disfruto más de mi carrera, aprecio cada etapa.
Una de las lecciones más importantes que he aprendido es que la salud mental debe ser una prioridad desde el inicio de nuestras trayectorias, no solo en los momentos difíciles.
Es crucial que contemos con las herramientas adecuadas en todos los niveles, no solo a nivel profesional, también en los clubes, las escuelas y las organizaciones que trabajan con niñas y niños. Ahí es donde podemos marcar una verdadera diferencia. Todas las personas, sean cuales sean sus recursos y oportunidades, deben tener acceso a ese apoyo que, en muchos casos, puede ser esencial para crecer de manera saludable, tanto en el deporte como en la vida.
En mi experiencia, he visto cómo muchas chicas y chicos de categorías inferiores ya sienten la presión de sobresalir, de no fallar. Esa misma presión que muchos hemos sentido en nuestras carreras profesionales puede afectar profundamente a la infancia. Por eso es fundamental que entrenadores, madres, padres y clubes entiendan hay que cuidar el desarrollo físico pero también el emocional. Crear entornos seguros, en los que se fomente la expresión de emociones y se normalice pedir ayuda, es esencial para el desarrollo integral de las futuras generaciones.
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Con esa idea en mente, di mi primer paso adelante y me puse en contacto con la ONG Igaxes, a quienes estoy agradecido y confío en su trabajo, para tratar de cambiar las cosas. Juntos hicimos una campaña contra los discursos de odio, un proyecto que busca dotar a las niñas y los niños de las herramientas necesarias para identificar y combatir el odio, tanto en el deporte como en las redes y en la vida. El odio, la presión y el estrés no tienen lugar en un entorno que debería ser de aprendizaje y crecimiento. Campañas como esta son un recordatorio de que debemos crear entornos más saludables para la infancia y la juventud, entornos donde el apoyo emocional sea tan importante como el físico o técnico.
Al final, lo que he aprendido es que no pasa nada por pedir ayuda, no nos hace menos fuertes, al contrario, nos fortalece, tanto a nosotros como a quienes vienen detrás. Todas las personas necesitamos esa red de apoyo en algún momento de nuestras vidas.
Pero no podemos hacerlo solos. Las instituciones, tanto deportivas como gubernamentales, tienen la obligación de garantizar que el acceso a la salud mental sea una realidad para todas las personas, especialmente para las más vulnerables. No basta con campañas puntuales, necesitamos un compromiso real y sostenido que apoye a las que más lo necesitan. Los clubes, las escuelas y las organizaciones que trabajan con jóvenes deben contar con los recursos y el respaldo necesario para ofrecer atención emocional, sin importar la situación económica o social.
Es hora de que las instituciones asuman su responsabilidad y se comprometan a invertir en programas que promuevan la salud mental. Es un deber colectivo, y no podemospermitir que nadie se quede atrás.
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