Opinión | Mira Vigo

Los 70 y un día de Menchu Lamas

La sorpresa a Menchu Lamas en el Museo del Mar

La sorpresa a Menchu Lamas en el Museo del Mar / FdV

A los 70 llegó y con qué alegría los celebró. A la pintora Menchu Lamas la llevaron con una disculpa al Museo del Mar su marido, Antón Patiño, y sus hijos, Cora y Luis, y al hallar a tan encendidos amigos esperándola para celebrar su cumpleaños, le dio por ponerse a bailar de alegría. Muchos conocidos de las artes y las letras, menos de las ciencias, tantos que no cito, aunque entre sus colegas pintores se vio por allí a Din Matamoro, Darío Basso, Lois Corvera, Seara... De lo demás hubo de todo, fueran arquitectos, literatos, responsables museísticos... pero antes que nada citamos a sus nietos, Vigo y Ares, según piensa ella la mejor de sus obras. ¡Felicidades, Menchu!

En casa de licenciado, allá por Baredo entre sardinas y empanada

Pues allá nos fuimos, a Santa María de Baredo, dejando atrás las muchedumbres turísticas de Baiona para gozar de la hospitalidad de José Manuel Morales y su María, conocido en más populares ambientes como “licenciado”. Son muchas las historias de este Vigués Distinguido nacido en Noia, expresidente de los viajantes de comercio que recorrían de punta a punta España, pero una de ellas es su fomento de los Santos Lugares Culinarios. Entramos en su casa con olor a mar Ángel Vence, Luis Piñero y un servidor, acompañados de dos damas que se hacían llamar Patricia y Lourdes, sospechosamente rubias, y hallámosle enmandilado oficiando de parrillero. Fue largo y cálido el encuentro mientras el sol caía por las Cíes y ayudaron mucho a la palabra esos chorizos de Puxedo, esas sardinas a la brasa, esa empanada de mejillones hecha al amor de María, esos medallones de solomillo, esa tetilla con membrillo... pero sobre todo esos albariños del Salnés y tintos de Toro con que se bendijo el encuentro. ¡Dios estuvo con nosotros!

Con Sofía Calvo, de anguilas en el Mesón de Charo gondomarense

Nos lió Mancho Pereiro, que oficia de baionés en verano desde su casa de O Toutizal y reservó mesa principal en el Mesón de Charo, con el encargo de que fuera bien abastecida. Fue en Gondomar y llegamos al mesón, al poco del desvío a Chaín, un avezado grupo de comedores capitaneado por Pereiro en el que formaban Sesi Pino, Virginia Palacios, Ramón Pozo, Amparo Villar... Unas xoubas para abrir boca, anguilas fritas, cordero y conejo nos confirmaron la buena elección pero... ¿no era aquella que se movía con agilidad portentosa por la cocina, subía, bajaba al comedor sotanero, Sofía Calvo? Sí sí, la conocí hace nueve años cuando con Keila Pousa y Edurne Sendra lanzaron al mercado el calabizo, un chorizo de calabaza. Esta ingeniera agrícola de Valdeorras que vivía en Lugo se vino acá y acá se quedó. Hace poco más de un año cogió el Mesón de Charo, donde la carta es lo que ella crea oportuno cada día. Mejor llamar y reservar si se quiere algo concreto, pero tanto puede haber anguilas como cordero a la cazuela, pescaditos de la ría, lacón con grelos, callos de sepia... Sorprendente en postres su melocotón según receta que aprendió en la cocina del monasterio de Santo Estevo y su manzana confitada. Mujer recia y luchadora esta Sofía, muy querida ya en Gondomar, con la que luego me tomé una cerveza en El Estanco para saber de lo suyo y que hace un año cogió este viejo mesón al que no cambió ni el nombre. Suerte hallar allí anguilas, con lo difícil que resulta encontrarlas.

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