Crónica política

Las sorpresas

Javier Sánchez de Dios

Javier Sánchez de Dios

Está visto que las cosas de la política, sobre todo las del actual Gobierno, reservan siempre sorpresas, sobre todo si se relacionan con decisiones importantes para Galicia. Sorpresas desagradables, por cierto: hasta ahora esta tierra apenas ha recibido satisfacciones en los últimos cinco años, un dato que puede parecer exagerado pero que es aplicable incluso a los anuncios de inversiones o de ejecución de proyectos. No se trata, conviene aclararlo una vez más, de manía persecutoria, sino de hechos consumados que no puede ocultar ni siquiera la propaganda.

Una de esas sorpresas, quizá la menos explicable, acaba de publicarla FARO DE VIGO. Se refiere a la decisión de la Comisión Nacional de Mercados y de la Competencia de rechazar el proyecto de enlace de Stellantis con la red de muy alta tensión (MAT); quizá más que de rechazar, se trata de retrasar, con lo cual el daño para la industria gallega sería prácticamente similar. Una decisión inexplicable en cualquier caso, dada la necesidad reiterada por la empresa automovilística de enlazar sus instalaciones con la MAT.

La cuestión es tanto más grave cuanto que la dirección de Stellantis advirtió hace años que esa conexión era imprescindible para aumentar la producción en la factoría de Balaídos. Es más: advirtió que de no producirse ese refuerzo en la capacidad eléctrica podría ocurrir que la multinacional abandonara su ubicación actual. Y hay cosas o perspectivas con las que no se puede jugar, porque afectan directamente a Galicia y a su población, además de a su capacidad industrial. El Gobierno central debe mantener el proyecto y sus fechas, además del presupuesto, superior a los 70 millones.

Al citar el concepto “presupuestos” aparece otra sorpresa. Durante meses, desde Moncloa se ha venido insistiendo en la bondad de las cuentas generales del Estado para con Galicia, y destacando las supuestas inacciones de la Xunta en materia de aplicar esas cuentas a las necesidades de este antiguo Reino. Por eso llama especialmente la atención el que del dinero estatal solo se haya gestionado y aplicado el 30 por ciento de aquellas cuentas. Habría que explicar, con más detalle que durante la campaña electoral, sorpresas como esta, que solo demuestran otra vez la lejanía entre Madrid y San Caetano.

Por todo ello quedó escrito lo de las sorpresas. Y por todo ello también hay que insistir en que la paciencia tiene sus límites y la de los gallegos y las gallegas hace tiempo que se han rebasado. De ahí que las proclamas de las últimas semanas prometiéndole a esta tierra el oro y el moro hayan causado un daño electoral mucho más que un beneficio para los leales servidores de los intereses del señor Sánchez. Un panorama que, quizá, se repita cuando toquen a urnas para elegir eurodiputados. En esa línea el PSdeG haría bien en meditar si conviene más ser gregario o cabeza de pelotón.

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