La presencia

Habrá que esperar para ver si, como algunos esperan, la convención que el presidente Sánchez convocó para este fin de semana en Galicia ofrece algún resultado concreto y fiable. O, dicho de otra manera, se convierta solo en el preámbulo de una romería de ministros y cargos del entorno de Moncloa para intentar darle la vuelta a los pronósticos. Que apuntan, por cierto, a la consolidación del PSOE en el tercer lugar de la escala parlamentaria gallega. Que quizá no sea el último gracias a que algunas encuestas le otorgan a “Sumar” un escaño el 18/F.

Se menciona el concepto “fiabilidad” porque en él está precisamente el quid de cualquier cuestión que relacione a esta tierra con el equipo de don Pedro. Hasta ahora, y con el mal ejemplo del asunto de los pélets, cualquier promesa e incluso compromiso que se curse desde la Presidencia o el Gobierno y que se relacione con Galicia no alcanza los límites mínimos de solvencia para que esta sociedad los crea. En ese sentido, la presencia de los más altos cargos socialistas en A Coruña apenas significa algo, excepto para los más “hinchas” del PSdeG-PSOE. Exponerlo, como siempre desde una opinión personal, no trata de ser solamente una crítica sino de subrayar los motivos que llevan a gallegos y gallegas en muy alto porcentaje a desconfiar de la recta intención de los portavoces monclovitas.

Hay otros motivos para que muchos reciban con la citada desconfianza cualquier oferta o promesa que proceda del entorno gubernamental. Uno de ellos, y no el más leve, sería –al decir de no pocos observadores-– sería la práctica creación de una desigualdad material y jurídica para con el Noroeste que se derivará de los acuerdos ya vigentes entre PSOE y grupos separatistas que los respaldan. Y es que, a pesar de los intentos que desde la sede socialista se hacen para enmascarar asuntos como la amnistía, los cambios exprés en la legislación para asegurar la continuidad del señor Sánchez, e incluso la perspectiva de un referéndum de independencia para Cataluña influirán sin duda en los resultados electorales.

No se trata, obviamente, de practicar profecía o de inventarse posibilidades inexistentes. Pero parece indiscutible que en Galicia no se reciben precisamente con simpatía las decisiones que desde Moncloa se toman en materia de política estatal, y que profundizan en una brecha las diferencias entre la España del oriente y la del occidente, que en una de sus partes también se conoce como Noroeste. Algo que se puede demostrar con un repaso atento de las cifras y estadísticas que subrayan aquella brecha y que confirman que se hace cada vez más profunda.

Un viejo refrán hispano asegura que “a nadie le amarga un dulce”. En ese sentido, y a pesar de todo, ningún gallego o gallega despreciaría que la presencia de la cúpula socialista en esta tierra supusiera compromisos factibles y desde luego sinceros con el futuro del antiguo Reino. Pero, atendiendo a los precedentes, será difícil de creer si no se acompaña de plazos concretos, fechas lo más aproximadas posibles, presupuestos adecuados y en definitiva una voluntad indiscutible de cumplir aquello que se prometa. Pero hacerlo así no es costumbre que en estos años que lleva en el poder caracterice a don Pedro Sánchez y su equipo.