Opinión | Crónica Política
Golpes a la pesca
Lo que le faltaba a la pesca gallega para culminar –de momento– un periodo de problemas de envergadura es convertirse en una pagana, aunque indirecta, de los problemas financieros de la nueva Administración de la República Argentina. Naturalmente, el introito se refiere a la noticia de FARO DE VIGO sobre un fuerte aumento de los impuestos a la flota española que faena en sus aguas. Lo que se expone sin discutir el derecho de un gobierno cuyo presidente acaba de ser elegido de una forma indiscutiblemente democrática. Y que además no engañó a nadie, que se sepa, acerca de cuáles iban a ser las líneas básicas de su política económica: reducción de gastos –o sea, recortes– y aumento de ingresos.
Ocurre que esa fórmula, aunque no es única ni exclusiva de los países en apuros financieros y con la balanza de pago con luces rojas. Pero quien ofreció a sus conciudadanos una salida no es sólo un liberal, algo en principio del todo admisible, si no fuese porque además es un “ultra”, alguien que lleva al extremo aquello en lo que cree, a pesar de los avisos de riesgo. De hecho, el presidente Milei ya avisó de que retiraría ayudas sociales por varios miles de millones de dólares. Y la izquierda peronista ya se echó a la calle.
Alguien dirá que causa y efecto tienen su lógica, pero no serán demasiados los que reflexionen acerca de un hecho que se acepta como algo probado: que los extremos se tocan. Y en ese sentido, ultraliberales y ultraizquierdistas tienen teorías opuestas, pero intentan aplicarlas a la mínima oportunidad. A veces, amparándose en el resultado electoral aunque hayan prescindido unos y otros de aportar detalles para que los votantes supiesen con quién se jugaban vidas y haciendas.
Y nunca mejor dicho. Lo que resulta extraño, en cierto modo, es que entre las primeras medidas del gobierno de Milei se encuentren una muy fuerte recarga fiscal a los pesqueros españoles, entre ellos los gallegos. Y ya se ha barajado la hipótesis, poco probable pero verosímil, de que sea una represalia por la actitud de su colega español durante la campaña electoral, y después, culminado con las ausencias en su toma de posesión.
Conste que no se trata en absoluto de culpar al Gobierno de España –al que, por otra parte, no hay quien le dé lecciones de cómo subir los impuestos– por lo que haga el argentino. Lo que sí hay que reclamarle, y también a la Xunta dentro de sus competencias, es que prioricen al sector pesquero, extractivo y transformador, los soportes que no dudan en proporcionar a otros. O, al menos, que no los discrimine como en la cuestión del IVA. Es probable que aun con eso se quede corto, pero ya metidos en líos es mejor algo que nada. Y no se habla de dinero tanto como de atención. Que quede claro para evitar malos entendidos o interpretaciones.
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