A ver, fratres. Avecilla certifica un rumor que le llega de buen origen y que habla de algunos roces –por el momento ligeros– y cierta desconfianza en lugares más bien altos del escalafón cortesano. El certificado se extiende sólo a la categoría de “leves”, lo que conviene dejar claro, aunque ya se sabe que en el mundo de la política los pronósticos más inteligentes son esos que se llaman “reservados”. Consejo de Anacleto. ¿Eh...?

¿Cuál es la razón por la que conviene esa calificación, y no otra...? Pues resulta bastante sencilla: la reserva sirve igual para un roto que para un descosido. Y, ya puestos, camufla bastante bien el origen y los efectos que en determinados lugares tienen esos ruxerruxes. Por eso, el pajarillo lo certifica, aparte de que el rumor viene de lejos: más o menos desde que tuvo lugar el Éxodo, que ya sabéis es uno de los libros de la Biblia. Ojo...

Conste que este tipo de rumores cabrea entre los que se consideran aludidos, pero no porque sean falsos, que de eso nothing, sino a causa de que siempre tienen parte de verdad. Y lo que es peor, obligan a repasar encuentros más o menos recientes, quiénes asistieron y qué se pudo decir. A veces pidiendo reserva a la hora de citar el protagonista, pero no siempre se cumple: hay mucho infiltrado suelto, haciendo méritos. Yes...

De ahí, de esa notable presencia de “topos” –agentes libres, fuera de nómina, que cobran un tanto por ciento en lo que narran– surge el canguelo. Y entra el miedo a que se enteren “arriba” de algún comentario quizá inocente, pero que joroba siempre al inmediato superior. Algo que, por cierto, en el oficio político es muy peligroso, sobre todo en épocas en las que ya piensa en hacer listas y poner nombres. ¿Capisci?