Hollywood contra España

El último gran propagandista de la leyenda negra

Bernard Duran

Bernard Duran

Como ocurre cada octubre, vuelve a surgir el debate de la hispanidad y desde distintas perspectivas se plantea el papel histórico de España. Debate muchas veces maniqueo y no siempre demasiado académico. Si es cierto que en el proceso de expansión territorial que tiene lugar a partir de los reyes católicos en determinados territorios la corona hispana cometió algunos excesos. Sin embargo, también es cierto dos cosas. Primero. Que esos excesos fueron mucho menores que los cometidos por potencias rivales. Segundo. Que dichas potencias iniciaron una campaña, de lo que ahora se llama “fake news” y desinformación, a gran escala, cuyos rescoldos continúan ardiendo aún hoy en día. Campaña a la que Julián Juderías denominó “leyenda negra”.

Desde el siglo XX con el advenimiento del séptimo arte, Hollywood se convertirá en el principal propagandista de dicha leyenda, papel que lamentablemente mantiene en la actualidad, al tiempo que ha hecho todo lo posible por ocultar o incluso blanquear tanto los desmanes históricos cometidos por Inglaterra, como por unos Estados Unidos ya independientes. Un claro ejemplo de esto son las películas de piratas de los 40 y 50 del pasado siglo. En todas ellas se abunda en los tópicos de los malvados españoles y de los corsarios reconvertidos en héroes que luchan por la libertad. Algunas como “spanish main” (Los piratas del mar Caribe, 1945) estos clichés son llevados al extremo, calificando a la corona hispana directamente como “el imperio del mal”. Pero no se trata solamente de las películas del Hollywood clásico, sino del de todas las épocas, hasta las más modernas de Disney, “piratas del caribe”. En Elisabeth: la edad de oro (2007) se reproducen todos los mitos antiespañoles posibles y en Amistad (1997), de Spielberg, se “vende” a un beatífico Estados Unidos rescatando a africanos de los perversos esclavistas españoles, cuando en Nueva España, por ejemplo, la esclavitud siempre afectó a menos del 1% de la población, mientras en estados de Estados Unidos, como Misisipi o Carolina del Sur, antes de la guerra de secesión, el porcentaje de esclavos sobrepasaba el 55 % de la población o el 45 % en Alabama o Luisiana. Muchos de ellos viviendo en condiciones lamentables y el matrimonio mixto no llegó a ser legal en todos los estados hasta 1967. (Más de cuatro siglos y medio después de España). Además, frente a esta situación de los afros en Estados Unidos, España contó con catedráticos de color, como Juan de Sessa (conocido como Juan Latino), la primera persona originaria del África subsahariana en recibir estudios universitarios en Europa (cuando en la mayor parte del continente tenían prohibido el acceso a la educación), conquistadores y militares, como Juan Valiente, que participó con Almagro en la conquista de Chile, alcanzó el grado de capitán y llegó a ser terrateniente o el general Eusebio Puello que luchó contra los independentistas dominicanos primero y cubanos después o religiosos e incluso santos como Martín de Porres por quien sentían auténtica devoción desde el virrey hasta el más humilde de los limeños y tantos otros héroes afro-españoles. También podemos recordar aquí brevemente la fascinante historia de Fuerte Mosé, defendido por milicias de afroamericanos liberados por los españoles en la Florida a la que llegaban huyendo de la esclavitud a la que estaban sometidos por los ingleses.

"En realidad, el genocidio se dio en las guerras indias por parte de unos Estados Unidos ya independientes"

Y qué decir de las películas del Oeste, en donde siempre se ha vendido al colono anglosajón como el civilizador y el héroe en la conquista del “far west” norteamericano, frente al español sediento de sangre y oro. Para empezar ese territorio había sido hasta la independencia de México parte del Virreinato de la Nueva España y por tanto era un territorio que ya había sido conquistado y en donde se habían creado presidios (fuertes) y misiones en donde se enseñaban oficios a los indios. En realidad, el genocidio se dio en las guerras indias por parte de unos Estados Unidos ya independientes en las que prácticamente aniquiló a los pueblos originarios para quitarles unas tierras que la Corona española siempre les había defendido. Por esa misma razón indios y afros siempre apoyaron a España en las guerras de independencia, porque sabían que los criollos ambicionaban quedarse con sus tierras, como así sucedería luego. Por eso la población indígena en Nueva España tras la independencia pasó del 60-50 % al 15-7% en la parte heredada por México y al 2-1 % en los territorios heredados por EE. UU.

Pese a la cruda realidad, esta visión “hollywodiense” sigue manteniéndose en la actualidad. Un ejemplo es Eternals (2021), donde se incide en el maniqueísmo del malvadísimo Cortés y los pobres e inocentes mexicas masacrados por los españoles. Últimamente, sin embargo, asistimos a un giro todavía más perverso, promovido fundamentalmente por las principales plataformas audovisuales americanas reconvertidas en altavoces del “wokismo”, que se han embarcado en un sorprendente blanqueo del racismo al que me refería antes y están produciendo, como rosquillas, series y películas de época, de pésima calidad, por cierto, en la que no solo no muestran la humillante situación de los esclavos africanos en aquel tiempo, sino en las que estos ocupan papeles protagonistas como lores británicos, respetados empresarios estadounidenses, cantantes de ópera francesas o incluso en el papel de reinas de Inglaterra, al tiempo que se ocultan obras de arte que sí reflejaban esa realidad histórica, como Gone with the wind (1939). Se trata de falsear la historia dando una imagen mentirosa de un pasado multirracial e inclusivo que, a diferencia de en el imperio español, nunca existió en el territorio de esas potencias.

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