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Xoel Ben Ramos

Xoel Ben Ramos

Asesor en finanzas sostenibles

Iguales a Madrid

Narra el explorador escocés Joseph Thomson, en su libro A través de la tierra de los masáis –publicado en 2020 por los coruñeses Ediciones del Viento que además acertaron al incluir el mapa (a tamaño real) con la ruta de la expedición–, que el señor Rebmann se adentró en territorio desconocido “armado tan solo con un paraguas”... y sobrevivió, porque al año siguiente volvió a las andadas. Imagino que, cuando menos, el paraguas del aventurero alemán sería un “sete parroquias”, uno de esos ingenios galaicos con los que cruzar –arreciando el temporal– desde Laíño hasta Lestrove y presentarte inmaculado en destino tras varias horas de caminata bajo chuzos de punta.

Visto lo cual y teniendo en cuenta que la conexión ferroviaria entre Galicia y Portugal (léase Vigo-Porto) permanece en coma inducido –casi en el mismo estado de hace 70 años–, los trenes Avril no pasan de Ourense porque primero no llegaban las máquinas y ahora deben formar a los nuevos maquinistas o el servicio de cercanías que “ni está, ni se le espera”, se podría proponer como idea al ministerio y consellería que repartieran “sete parroquias” a todo cuanto ciudadano quisiera utilizar este ferrocarril del que carecemos y solucionar en un tris casi todos los males endémicos de la comunidad, armados tan solo con un paraguas. A saber: rescataría la industria paragüera, muy tocada por la presión asiática; incrementaría el nivel de salud general porque hacerse 20 kilómetros de ida con otros tantos de vuelta te pone en forma lo quieras o no, con lo cual aligeramos engorrosas listas de espera de Sanidade en consultas de cardio, endocrino, trauma, digestivo, vascular…, y salud mental, que también es cierto aquello de mens sana in corpore sano; se aprovecharían corredoiras y rutas del Camino de Santiago que después de haber invertido tanto en su acondicionamiento es tontería que solo las usen los peregrinos; reduciría la siniestralidad viaria que en eso además apuntamos maneras y aunque habría infinitas ventajas más, por destacar una última que siempre tenemos en mente, acabaríamos viviendo más años, y en inmejorables condiciones, porque si a la vista está que los bebés se resisten a nacer en Galicia, consigamos gallegos más longevos.

Fuera bromas, esta pasividad de las administraciones con el transporte ferroviario galego –se mire por donde se mire– es difícil de entender. Necesitados de una movilidad sostenible, de un corredor con Europa y –al mismo tiempo– de acercar las dos orillas del Miño para evitar esa fuga de empresas, servicios y personas, incluso atraerlas, y de vertebrar el conjunto del país, no apenas las tres capitales bonitas, la verdad es que faltan ganas y sobran excusas. Por eso, tras la mani de la “Igualdad”, pensaba: cuánta razón, seamos iguales a Madrid.

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