Crónica Política

La deuda (pre)histórica

Javier Sánchez de Dios

Javier Sánchez de Dios

Hace algunos años, el entonces presidente de la Xunta, don Manuel Fraga, rechazaba siempre que el concepto de “deuda histórica” fuese aplicado a Galicia. Y, sin embargo, existe, y de ella son responsables, por faltar a sus compromisos verbales e incluso documentados, la casi totalidad de los gobiernos que en España han sido. Ciertamente unos más que otros, pero de formas muy notable en lo que a infraestructuras se refiere. Y en otros sectores importantes, además, desde la pesca a la industria, por citar algunos, y sin olvidar uno de los principales elementos “olvidados”: una estructura ferroviaria adecuada.

Cierto que la entrada en la UE y la llegada de los Fondos de Cohesión dedicados a este Reino fueron clave y seguramente decisivos para la modernización y en cierto modo la vertebración del territorio. Pero en la medida en que aquellos recursos se redujeron –y, a la vez, por el uso discutible que se hizo de una parte de ellos–, la progresión fue haciéndose más lenta y compleja, pero la deuda, se llame como se llame, existe. Y no sólo, como quedó dicho, tienen una antigüedad que roza lo escandaloso, sino que en los últimos años ha ido incrementándose a la vez que aumentaba la desigualdad, derivada de una política gubernamental discriminatoria y por tanto injusta.

Podría replicarse a este punto de vista con una referencia a los presupuestos generales del Estado, en los que se contemplan importantes y teóricas cantidades en inversiones destinadas a Galicia, pero existe otro problema: algunas se refieren a proyectos que por ahora sólo existen sobre el papel y por tanto son mera referencia y no pocas resultan objeto de traslados de partidas, lo que las deja en pura teoría. Algo que ha sido constatable en más de una ocasión y que ha sido causa de reproches por parte de la Unión Europea, siempre atenta a la contabilidad de los socios. Un “detalle” no exclusivo de este Gobierno, eso es verdad: también alguno del PP recibió quejas muy parecidas desde Bruselas.

(En este punto conviene recordar, por si alguien tiene flaca la memoria, que lo de la “deuda histórica” fue objeto de especial atención hace ya unos años, y de forma muy especial en la última etapa del presidente Aznar y la primera del señor Zapatero al frente del Gobierno. Y la práctica totalidad de las comunidades la reclamaba, pero sólo se concretó en la época de don José Luis y en dos direcciones: una, política, para Cataluña cuando dijo aquello de que aprobaría “cualquier cosa que llegase del Parlamento catalán”. Y otra, práctica, entregando a la entonces Junta de Andalucía, del PSOE nada menos que 4.000 millones, cifra después ampliada, precisamente, para sufragar la deuda.)

Eso ya es historia. Pero la deuda con Galicia, con perdón por el juego de palabras, es casi prehistoria, especialmente en la llamada “cuestión ferroviaria”, por resumir. Estos días FARO está publicando noticias sobre la reducción de trenes –90, nada menos, desde la pandemia– entre Vigo y Ourense y Pontevedra, que lógicamente irrita a los usuarios. Y los AVE –Atlántico y Madrid/Galicia, aún incompleto– tardaron lustros; la autopista ferroviaria para mercancías está en el limbo; el tren a Oporto no es lo que se prometió y apenas resuelve problemas; las cercanías están olvidadas, la adecuación de las vías, sine die, y, en fin, de los trenes Avril ni se sabe. Si eso no es una deuda histórica, o quizá prehistórica, que alguien lo explique.

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