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Luis M. Alonso.

Sol y sombra

Luis M. Alonso

Cuerpo y alma

Los pinganillos se estrenaron en el Congreso de los Diputados para agregar aún más caos al debate de la Cámara, en los prolegómenos de una legislatura que promete ser terrible. Ese estreno de la “España plurinacional” ha estado precedido, como no podía ser de otra manera, de una declaración solemne de intenciones por parte de Pedro Sánchez, que ha dicho, por si alguien lo dudaba, que se dedicará en “cuerpo y alma” a su investidura. Todo ello después de despellejar a Feijóo por intentar, contando con más apoyos, aunque insuficientes, lo mismo que él en 2016 y 2019. Aquellos fueron dos fracasos en tres años, un récord del parlamentarismo español para un sujeto al que no le importa desmentirse una y cien veces a sí mismo con tal de lograr sus propósitos y señalar al adversario. En la última ocasión, creo recordar que dijo preferir no ser presidente a traicionar sus convicciones tras una negociación fallida con Podemos, con quienes apenas unos meses más tarde alcanzaría el acuerdo que entonces supuestamente le iba a quitar el sueño.

Si hay que hacerle caso a Junqueras cuando dice que la amnistía ya ha sido pactada con el PSOE y que lo que está haciendo el Gobierno es ponerse de perfil, probablemente Sánchez no necesite tanto cuerpo ni tanta alma. Únicamente los escrúpulos, de que carece, para congregar una coalición variopinta que depende del nacionalismo separatista catalán y vasco. Como nadie de esa tropa es partidario de repetir las elecciones, y el hecho de repetirlas tampoco asegura una salida a este engendro de la naturaleza, la aritmética parlamentaria solo favorecería a Sánchez, decidido a tensar y reinterpretar la Constitución hasta donde haga falta. Sus “férreas convicciones” le ayudan, incluso cuando se llena la boca presumiendo de un hipotético Gobierno progresista. Y aquí es donde reside de nuevo la paradoja en medio del descomunal disparate: un Gobierno progresista sostenido por Junts y por el PNV, dos claros ejemplos de la derecha más retrógrada y excluyente.

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