El correo americano
Principios
Romper con la tradición ideológica para mantener la honestidad intelectual
Tras la muerte (o ejecución) de “The Weekly Standard”, un grupo de conservadores liderados por Sarah Longwell, Charles Sykes y William Kristol fundaron “The Bulwark”, un periódico conservador anti-Trump. En estas páginas sobrevive parte de lo que queda de la intelectualidad de la vieja y ya moribunda derecha (en la “National Review”, aunque siempre se posicionaron editorialmente contra el expresidente, todavía coexisten varias almas, siguiendo la tradición de la revista que fundó William Buckley). Esta derecha intelectual ignoró los cantos de las sirenas populistas. Y lo pagó con el ostracismo (expulsados de los programas más populares) y la irrelevancia (su influencia es limitada). Ya no gozan del protagonismo pretérito; son condenados por su vieja tribu y linchados por las turbas de las redes sociales.
Sin embargo, estos periodistas, entre los cuales se encuentra Mona Charen, discípula de Buckley, no son, como se les acusa en ocasiones, unos apóstatas. Nunca cambiaron de bando (sus colaboradores critican habitualmente los desmanes de la nueva izquierda y sus principios son inequívocamente conservadores en lo económico y en lo social), pero tienden a enfocarse en los radicalismos que emergieron en su lado de las trincheras, con el que ya no se identifican en absoluto. Como explicó Raymond Aron cuando le reprochaban su énfasis en los problemas de la izquierda totalitaria obviando la amenaza de la extrema derecha, hablan sobre lo que conocen y, por lo tanto, sobre lo que tienen autoridad, pues de los adversarios ideológicos no esperaban otra cosa. Se negaron a aceptar la quiebra moral para evitar la quiebra económica, como hicieron tantos de sus antiguos compañeros de viaje, quienes fueron cambiando de criterio según el número de seguidores y el estado de sus negocios, exhibiendo sin pudor esos principios sobre los que ironizaba Groucho Marx.
"La democracia estadounidense necesita una formación política conservadora civilizada, intelectualmente sofisticada e ideológicamente coherente, alejada de nativismos, conspiraciones y demagogias"
El problema, para ellos, lo tiene el Partido Republicano, que ha perdido completamente el norte (moral, intelectual y estético). Esto ha generado una crisis en la democracia estadounidense, que necesita una formación política conservadora civilizada, intelectualmente sofisticada e ideológicamente coherente, alejada de nativismos, conspiraciones y demagogias, que represente, en fin, al liberalismo clásico, del que se nutrieron los Padres Fundadores. Charles Sykes dijo el otro día en “Firing Line” que la palabra “conservador”, en el contexto actual, no significa nada. “Estoy políticamente sin hogar y, políticamente, también soy un agnóstico. El Partido Republicano y el movimiento conservador ahora son irreconocibles para mí. Los medios de la derecha temen a sus audiencias. Sienten que tienen que hacer cosas para complacerlas. Esto, con el tiempo, se ha convertido en un círculo vicioso”. Leerlos y escucharlos resulta reconfortante. No hay que estar de acuerdo con ellos para respetar sus esfuerzos. No es fácil encontrar a gente dispuesta a romper con su propia tradición ideológica por mantener una cierta honestidad intelectual. Ocurre que en “The Bulwark” no se movieron. Fue su partido el que los abandonó.
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