Xavi se compara con 200 panaderos

Matías Vallés

Matías Vallés

Incluso quienes siempre estamos dispuestos a pedir perdón a los millonarios ante cualquier desaire que puedan sufrir, nos hemos estremecido ante el grito de ayuda emitido por un tal Xavi Hernández, que cobra cuatro millones al año por su eminente trabajo. El autor del incomparable “Catar no es una democracia, pero funciona mejor que España” vuelve a remover nuestras conciencias anestesiadas, con un afligido “estoy trabajando, en mi hábito laboral, y se acepta el insulto. Estoy en el banquillo y me llaman ‘hijo de...’. No veo a un panadero sufriendo esto”.

Adviertan la modestia incomparable de Xavi al compararse con un solo panadero, cuando el entrenador cobra lo mismo que doscientos artesanos de la harina. Y por si la parábola se quedaba incompleta, le añade a la masa un toque de levadura de un obrero de la construcción, que en su versión resuelve los insultos a ladrillazos. No es incitación a la violencia, sino justicia retributiva.

Xavi se compara a doscientos panaderos, sería hermoso el espectáculo de cincuenta mil espectadores aplaudiendo la confección de los cruasanes o pitando a una ensaimada falta de consistencia. El entrenador que defendió la dictadura homófoba catarí ha decidido apadrinar también el ridículo del Real Madrid de Florentino, otro millonario, que se siente agredido por haber perdido la Liga.

El multipanadero Xavi acudía en apoyo de otro multimillonario, llamado Vinicius. Este jugador cobra lo mismo que mil panaderos y fue insultado por un racista desaprensivo, pero también fue expulsado por el árbitro tras agredir a un rival. El magnate con botas humilló asimismo a cincuenta mil espectadores, condenándoles a Segunda con ostentación. ¿Incitación a la violencia? No, justicia retributiva.

El pluripanadero Xavi es un pensador pragmático, que dispone de una solución radical contra espectadores deslenguados. “¿Insulto? Fuera y no se juega”. Suspender la mayoría de partidos de la Liga española no es una opción descabellada, dado el pésimo espectáculo que ofrecen por comparación con la democrática competición catarí.

En una solución menos drástica, los partidos de la Liga se podrían disputar a puerta cerrada y sin cámaras, para que tampoco insulten al enharinado Xavi en las diabólicas redes sociales. Seguro que el entrenador aceptará una reducción proporcional en su salario por los partidos no disputados, al igual que se negaba a jugar los encuentros de Catar en que se degradaba a las mujeres obligándolas a cubrirse.

Xavi está muy atareado poniendo ladrillos, pero, si se concede un respiro, advertirá que el problema de Vinicius no está en la grada sino que lo lleva dentro. Se puede ser el mejor jugador del mundo y un ser poco recomendable, véase Michael Jordan. El más multimillonario de todos.

Suscríbete para seguir leyendo