Debates: consejos prácticos

José María de Loma

José María de Loma

Ya se han celebrado algunos debates. Hay candidatos que prestan más atención a su maquillaje que a su argumentario. Los asesores han aconsejado toda la vida que se acuda al debate con colores relajados, azul no muy intenso por ejemplo. Pero los candidatos y candidatas son díscolas y se presentan ya sin envaramiento, con camisetas, con vestidos de colores, desenfadadamente. El otro día una candidata salió de su burladero y le dio un libro a Ayuso, que puso cara como de a mí no me venga con esos artefactos.

Fue una salida de tono, de guion, un imprevisto, cosas del directo. Al menos animan algo, si no, todo es una sucesión de monólogos. A los debates siempre hay que llevar una propuesta novedosa y rompedora. Que no sea acortar el debate, claro. No hay que rehuir ningún asunto, salvo que no te convenga. Conviene mirar al interlocutor a los ojos, siempre que no lo tengas detrás, claro. Con el moderador hay que ser franco, amable y preciso pero en caso de apuro y para distraer, hay que meter follón y bronca, recriminarle su falta de neutralidad y su escasa pericia a la hora de manejar los tiempos. No importa que hayamos hablado cuarenta minutos más que nuestros oponentes.

No es mala idea prometerle en un aparte la dirección de los informativos de la cadena en cuestión. Justo antes de empezar el debate. Si el debate no es a dos, hay que elegir bien a quién se ningunea. A veces un candidato se ningunea a sí mismo y no se da la palabra ni se quiere ni se cuida y le sale un debate fatal que lo precipita cuesta abajo en las encuestas. Si el debate es a dos conviene no ignorar al otro, incluso si el otro es pequeño y delgado. Hay que atacarle pero con educación. Y si se le va a llamar terrorista hay que hacerlo con una sonrisa, como si se le estuviera llamando filatélico o caballerete.

Cuidadito con la caída de ojos, que queda bien en un primer plano, que nunca sabemos cuando es. Si te pillan haciendo una caída de ojos desde lejos puedes dar sensación de que te está entrando sueño o sopor. Cuando queramos hacer la peseta o un corte de mangas a un oponente hay que elegir bien el momento, cuando hable un tercero, por ejemplo. O en la pausa para la publicidad. Si un adversario nos acorrala con muchos argumentos y se viene arriba, no es mala idea espetarle: te sale sangre de la nariz. Se formará un poco de caos y conmoción, él se llevará las manos a la nariz, alarmado. En ese instante hay que decir: la salud es lo primero. No hay diferencias que valgan. Si te preguntan si eres médico no lo niegues y a renglón seguido haz promesas sobre la sanidad pública, diciendo que la vas a reforzar. El speech final es lo más difícil. Hay que hacer todo lo posible por no reír, por mucho que nos haga gracia nuestra propia estulticia. Hay que ser serio. Solemne. Y no olvidar el buenas noches.

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