Aprovechando que hace dos semanas se celebró el “Día mundial de los atunes”, me gustaría hacer algún comentario sobre el atún rojo. Ese mítico atún que puede alcanzar hasta los 700 kg de peso, bastante más que una vaca rubia gallega, del que ya hablaba Aristóteles. Es muy conocida su pesca en almadrabas y sale recurrentemente en las redes y los medios de comunicación, especialmente en la televisión, el “ronqueo”, ese sonido característico que se puede oír cuando se despieza. Los grandes atunes de más de 300 kg habían desaparecido de las pesquerías del norte de Europa, y eran poco abundantes en las almadrabas del estrecho de Gibraltar debido a la sobrepesca, pero están volviendo a aparecer y están siendo capturados con cierta frecuencia.

Estuve hablando con José Luis Cort, excelente investigador marino, que fue presidente del comité científico de la Comisión Internacional para la Conservación de los Atunes del Atlántico (ICCAT), y me comenta que en ese comité científico se considera que el atún rojo, Thunnus thynnus, tiene dos stocks (unidad biológica de una especie que está sujeta a evaluación y gestión propia). Uno en el Atlántico Oeste, es decir, de la parte cercana a América del Norte y otro del Atlántico Este y Mediterráneo, que es sobre el que pescan las flotas españolas, incluidas las almadrabas. El stock del Atlántico Este y Mediterráneo estuvo muy sobreexplotado durante muchos años, pero desde la adopción de un plan de recuperación de la ICCAT en 2006 se está recuperando de una manera notable y muy evidente. De tal manera que en los últimos años ya no es inhabitual ver atunes rojos de más de 300 kg de peso a finales del invierno y comienzos de la primavera en el Cantábrico. Esos grandes atunes vienen de las aguas de Noruega y terminarán entrando en el Mediterráneo donde se reproducirán.

La recuperación del atún rojo del Atlántico Este y Mediterráneo no fue fácil. Exigió radicales medidas de conservación. Entre otras la prohibición de capturar peces de menos de 30 kg de peso (con la excepción estacional para la pesca en el Cantábrico, el Adriático y algunas pesquerías artesanales, donde se permite capturar peces de menor tamaño, pero de más de 8 kg), la imposición de estrictos máximos de capturas al año, vedas en ciertas zonas y épocas, etc. El plan de recuperación de la ICCAT se acompañó con serios controles tanto nacionales como internacionales.

Algunas de estas medidas exigieron la desaparición de ciertas pesquerías al completo, las que se basaban en la captura de individuos muy pequeños en las que se pescaban anualmente millones de individuos. Pero los resultados son evidentes. En mi opinión, espectaculares. Sin embargo, es necesario continuar gestionando las pesquerías de atún rojo para conseguir la total recuperación de este mítico pez que actualmente está alcanzando un nivel de biomasa muy próximo al que tenía antes de su sobreexplotación.

La forma de actuar sobre el stock de atún rojo del Atlántico Este y Mediterráneo es un ejemplo de buena gestión. Con objetivos claros, medidas comprensibles y eficaces y plazos temporales razonables. De todas formas, fue difícil y complicado. Pero se consiguió y es un ejemplo a seguir en otras pesquerías.

Espero que en pocos años todos podamos ver, en directo o en vídeos, atunes rojos de más de 500 kg nadando por nuestras aguas.

*Instituto de Estudios Vigueses