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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

El (enésimo) intento

El (enésimo) intento

Es un intento, el enésimo –si se contabilizan los fracasos anteriores– desde la desaparición de las UCD, sólo Coalición Galega logró un cierto éxito electoral en 1985, antes de dividirse primero y diluirse después– para construir un “centro galleguista”. El Espazo Común, criatura que lidera el ex secretario general del PSdeG-PSOE nace en una esfera distinta. No es, stricto sensu, un partido, ni una coalición ni una federación de siglas: es, sólo y nada menos, lo que propio nombre indica: un espacio reclamado por la gran mayoría de sus rivales, el centro, y que nadie desde aquellos tiempos de la Transición utilizó como nombre de pila, aunque muchos lo reclamaron como apellido.

La mayor parte de los observadores son más que escépticos a la hora de valorar las posibilidades electorales de la nueva formación. Y tampoco creen que el “tirón” de algunas candidaturas representativas de provincias o comarcas, que tuvieron, en su momento, cierta capacidad de convocatoria en Castilla y León o Aragón, por ejemplo, puedan impulsar aquí una reacción popular positiva. Pero la apuesta del antiguo dirigente socialdemócrata gallego en Galicia va más allá de las municipales, se orienta como un factor que podría desempeñar un papel clave en el futuro autonómico a poco que le respondan quienes cree que podrían hacerlo.

Y es que esa parte de la sociedad, que forman no tanto centristas cuanto moderados, que discrepa con este PSOE y sus aliados, o las posibilidades de que el PP mantenga, si gana, una posición como la actual y, si pierde, la confianza en las generales, la confianza en quien la garantiza, que es el señor Feijóo. Aparte de que su presencia en el Parlamento gallego, aunque escasa, podría ser decisiva para decidir quién gobernará la Xunta. Es, pues, una apuesta a medio plazo parecida pero mayor a la que obtuvo hace unos años y que recogió crédito más escaso del que esperaban. Y hay que estar atentos, porque si son en 2024, el PP necesitará, otra mayoría absoluta para seguir donde está.

Pero las circunstancias han cambiado. Por el hartazgo de la ciudadanía a causa de una política de choque y el aburrimiento de lo que antes fueron “vanguardias”, relegadas a un casi inexistente papel de guía a causa del griterío y el sectarismo de la izquierda y parte de la derecha nacionalista. Además, por cierto, de las dudas que produce el BNG acerca de sus objetivos reales a medio y largo plazo, que llevan a la gente del común a mirar en otras direcciones, aunque de momento sin decidirse por ratificar apoyos o cambiar la dirección del voto. Y en esas aguas pretenden “pescar” lo que se pueda las listas independientes, las formaciones de nuevo cuño y, por supuesto, también “los de siempre”.

Sea como fuere, la cuestión principal, ahora mismo no es tanto si hay lugar, electoralmente hablando, para el centro político –en el supuesto de que exista– más allá de la intención de quienes lo reivindican en este momento, tanto a la derecha como a la izquierda. Desde un punto de vista estrictamente personal, el quid del asunto está en si los gallegos y las gallegas lo consideran necesario en este momento, y no parece, al menos a juzgar por los porcentajes de afluencia a las urnas, que resulte imprescindible. Aunque es posible que, si la oferta es clara, y eso depende de los que toman la iniciativa, logren mejorar otros intentos aunque sea en la enésima ocasión que se plantea.

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