Cuatro Cosas

/ Paco Vedra

De acuerdo: parece cierto que, en el mundo de la pesca –ojo: no confundir con la pesca– las noticias en forma de ventas, ingresos y talytal no son malas. Incluso los hay que las creen excelentes, pero en la patronal no acaban de consolidar las expectativas que anunciaban una mejora aún mayor. Y es que a la vez que los balances al menos satisfacen a los más veteranos, los audaces desconfían. Y cuando uno de ellos mira de reojo, es que teme un chasco. Uyuyuy...

El motivo es relativamente sencillo. Creen que el proceso de desubicación para instalarse cerca de los lugares de extracción del pescado llevará de forma casi segura a la industria conservera a esas zonas. Cierto que en un proceso relativamente lento pero, si no cambian las cosas y la Unión Europea no modifica y suaviza su política conservacionista, este antiguo Reino va a tener otro problema de envergadura. Y la industria adelgazará más todavía. Hasta los huesos. Jo.

Y que nadie suponga que eso es una hipótesis de los pesimistas. De facto ya ha habido alguna empresa importante que desplazó a Iberoamérica alguno de sus centros de transformación siguiendo el criterio de aproximarse a los puntos de extracción. Y se rumoreaba en círculos que saben de eso –lo certifica avecilla– que esa especie de movimiento estratégico puede ampliarse más. Sobre todo si la UE negocia con Guinea o Mozambique como lo hizo con Marruecos. Uf.

Pero ahora mismo hay una nueva inquietud entre las organizaciones de pescadores, que si ya tenían dolores de cabeza, ahora necesitarán una fábrica de aspirinas en el litoral. El pajarillo cantor relata que, verbigratia, en la Consellería do Mar están pensando en un plus para el personal del staff, porque entre que miran a la jefa y oyen las últimas noticias, se marean. ¡Ah! Y eso que han eliminado de sus mapas a Lituania. ¿Capisci...?