Izquierditud

Luis M. Alonso

Luis M. Alonso

Escribe Alain Finkielkraut, en su libro La posliteratura, que la izquierditud, que intenta imponer la izquierda tras haber renunciado a su léxico anterior, sigue basándose en la certeza arrogante de encarnar la marcha del mundo. Hace tiempo que la izquierda sustituyó la palabra “comunismo” por “democracia”, aunque no en el sentido político de la deliberación sino en el progresista que marca el camino hacia la única luz. Dice defender a los débiles exhibiendo, por ejemplo, argumentos discriminatorios contra el antisemitismo. En el caso de España, la hispanofobia de los caudillos populistas latinoamericanos es bien vista y aceptada. Observen la postración que existe ante el colombiano Gustavo Petro, que sigue hablando del “yugo español” mientras aquí se le rinde inexplicablemente pleitesía. En cuando al país vecino, Finkielkraut pone el acento en la Nobel Annie Ernaux y el cineasta Robin Campillo, que no se cansan de elogiar la figura de la militante argelina “antirracista” Houria Bouteldja, que criminaliza la historia de Francia desde los orígenes hasta la actualidad y, a la vez, posa sonriente junto un cartel en el que se lee: “¡Sionistas al Gulag!”. La izquierda española henchida de izquierditud tampoco desaprovecharía la ocasión para aplaudir este tipo de incoherencia.

Si imperase el sentido del humor, la izquierditud no tendría inconveniente en reírse con aquel chiste popular de la época del socialismo real en Polonia que se refería a sus seis milagros: “No hay paro, pero nadie trabaja. No trabaja nadie pero todo el mundo recibe salarios. Todo el mundo recibe salarios pero no se puede comprar nada. No se puede comprar nada pero todo el mundo tiene de todo. Todo el mundo tiene de todo, pero nadie está satisfecho. Nadie está satisfecho pero en las elecciones todos votan por el sistema”. Ahora el dirigismo de la Historia, esa diosa de Hegel y Marx, se sustenta en la misma esperanza de la Comuna pero teñida, como sostiene Finkielkraut, con los colores del progreso por aquellos que no dudan en traicionar el propio progreso.

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