El Villa Laura es uno de los equipos de futbito más antiguos de Galicia, por supuesto el más antiguo de Vigo en activo. Pronto llegará a los 50 años, jugando ininterrumpidamente todos los lunes. Sus comienzos se remontan a los antiguos campos de playas en Samil de Leri, junto al antiguo Balneario, para pasar posteriormente a O Vao, donde incluso se jugaba descalzo y contra las tripulaciones de ingleses de los cableros. Por él pasaron centenares de jugadores, directivos, entrenadores, árbitros y las más variadas profesiones y estudiantes. Futbolistas del Celta, Compostela, Ourense, Pontevedra y muy especialmente del Santa Marina nutrieron y siguen aportando savia nueva al equipo, donde juegan más a gusto que en sus propios equipos a los que pertenecen, debido al buen rollo que se respira. Muchos ya nos han dejado, quedando permanentemente su memoria, y los demás ahí siguen llevando la batuta; hay gente muy joven para soñar con el centenario. Nombres como el delegado, Óscar, el refundador, a su hermano Soli, incansable luchador, Oliveira, Pastoriza, Fidalgo, Paulino, Richi, Xan, Yago y un larguísimo etc., cuyas vivencias darían para una buena y bonita historia, pero ese es otro tema.
Bailón y Santos, postreros jesuitas de Vigo, se quedan
José Bailón se queda en Vigo y la Residencia Sacerdotal de la Guía será su casa. El hermano jesuita que conocen y quieren tantas generaciones que pasaron por el colegio, Vigués Distinguido, que llegó al mismo hace 59 años, ha recibido el permiso de sus superiores para quedarse en la ciudad que ama y que le tocaba dejar ya el pasado año con la marcha de los seis último jesuitas, todos con más de 80 años, a sus cuarteles de invierno. Creo recordar que fue en una reunión de Vigueses Distinguidos donde José Manuel Morales hizo petición pública para que quedara en la ciudad, cursando después carta a sus superiores en ese sentido, y hasta el mismo alcalde Caballero se preocupó por la misma. Tocaba marcharse el pasado año a alguna residencia para mayores de su Orden a Fernando Combarros, Benito Santos (que seguirá en Vigo), a Manuel Mazón, a Manuel Cabada y a Ignacio Fernández. Cada vez que paso por Peleas de Arriba, un pueblecito de Zamora en el que nació en 1935, me acuerdo de José Bailón, que tras llegar al colegio vigués se encargó de la cocina y comedores y hasta hace muy poco era el administrador del edificio que los jesuitas tienen en el centro de Vigo. Antes de venir a Vigo en 1964 fue cocinero en la institución jesuita de Salamanca,
Los últimos de la Orden, que llegó a la urbe hace 151 años
Nada menos que 150 años desde que llegaron a Vigo celebraron en 2022 los jesuitas y a lo largo de ellos sembraron una rica historia educativa. Los signos de los tiempos que tantas vocaciones dieron en el pasado a la Orden giraron en estos últimos hacia una crisis de las mismas que en Vigo se manifestó el pasado año con la marcha de los seis últimos religiosos, aunque el colegio siga igual de pletórico atendido por profesionales. Se fue a Madrid Fernando Muguruza, un tipo sabio que llevó la Escuela de Padres; el padre Vidal, que estaba en la Enfermería de los jesuitas en Salamanca; el padre Eugenio Ogando, botánico y fotógrafo, que murió hace meses; le tocaba marcharse a Bailón, Vigués Distinguido; a Fernando Combarros, que creo se fue a Alcalá; a Benito Santos, cura obrero de larga huella; al mindoniense Manuel Mazón, que se marchó a A Coruña, fue profesor en Comillas y dejó en Latinoamérica el poso de su saber filosófico; a Manuel Cabada, filósofo conocido por sus trabajos sobre autores como Gustav Siewerth y Ludwig Feuerbach; a Coruña a Ignacio Fernández, enviado a Gijón, uno de los fundadores de la ONG Entreculturas.