Crónica Política

Apagar faroles

Javier Sánchez de Dios

Javier Sánchez de Dios

Dice un refrán, quizá adaptado a su época –en estos tiempos, cuando la cultura parece reservada a lo que antes se decían élites, resulta casi obligado apelar a la antigua, pero permanente, sabiduría popular–, que se pilla antes a mentiroso que a una tortuga. Y es bastante probable que pudiera aplicarse a quienes, quizá para disimular, han ablandado el concepto de “mentira” con otro más suave, pero también inteligible, de “farol”, aunque los de la política, por ejemplo, no estén destinados a aportar luz a lo confuso, sino más oscuridad. El introito se refiere al anuncio del Gobierno –el actual español, claro– afirmando que se había solicitado a la UE un aplazamiento en el peaje de las autovías.

Ocurre que Bruselas, como ha informado este periódico, niega la mayor, que es haber recibido esa petición, lo que deja el asunto reducido a dos hipótesis: o la solicitud se perdió por el camino o es que no se presentó. Y dados los precedentes, esta última es la más probable, a no ser que el gabinete haya recurrido a algo más habitual que, como dicen las malas lenguas, consiste en redactar informes en un estilo tan churrigueresco que ni siquiera entiendan los traductores de la Unión. Y eso que el asunto es grave para los bolsillos habituales de los contribuyentes, especialmente en estos días en que ya no se distinguen, por mor de la campaña electoral, las verdades de las mentiras o los faroles.

Parece una afirmación dura, pero en realidad es una interpretación (adaptada y personal de este ciudadano que les escribe, por supuesto) de lo que declaró en su día alguien tan políticamente poco sospechoso como el profesor Tierno Galván, después alcalde de Madrid con el PSOE, acerca de la credibilidad de lo que dicen los candidatos El lector se preguntará, con todo derecho, a qué viene el resucitar esto de las autovías, que anunció FARO DE VIGO hace años –en época de don Mariano Rajoy como posibilidad a estudiar– luego ratificó el del señor Sánchez por medio del extinto, políticamente, ministro Ábalos, como tema estudiado, pero sine die, y ahora aclara Europa, por si acaso.

En realidad, la “culpa” la tiene la propia Moncloa, por responder en birmano –es un decir...– lo que se le pregunta en los idiomas comunitarios oficiales, de forma que como no hay dios que entienda esas respuestas, se obtiene la conclusión más probable. Y esta es que habrá peajes cuando le convenga al Gobierno, el que sea, siempre y cuando no lo decida en vísperas electorales, que es lo que pretendía el actual en un tiro que le salió, de momento, por la culata. Como, aunque en este caso no se notó tanto, le podía haber ocurrido al señor Feijóo, tras ganar sus cuartas elecciones consecutivas, cuando anunció reformas “mirándose en el espejo de Portugal”, cuando ahora se sabe que no es Jauja, y lo parece porque los salarios son más bajos que aquí. Vade retro.

(Hablando de faroles, o de “trolas” –dicho sin mala intención, por eso no se califican de mentiras–, otra que adornaba al país vecino como el paraíso donde depositar el dinero y las iniciativas inversoras, aunque no era falso sino un poco exagerado, lo acaba de apagar la noticia de FARO DE VIGO según la cual la empresa china más importante del mundo en materia de automóviles eléctricos estudia Vigo como lugar de ubicación preferente. Cierto que desde Lisboa ya suenan ya multiofertas maravillosas, pero eso, lejos de espantar, debería multiplicar los esfuerzos, y sobre todo espabilar a los Gobiernos, español y gallego, con todo el país detrás, para superar otras opciones haciendo valer lo que en el sector de automoción ya hay. Lo malo es que hay demasiados ejemplos de que cuando hay que levantar el culo –con perdón– y actuar, en este Reino no pocos que se lo piensan. A ver si esta vez hay más suerte).

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