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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

Las prioridades

Ahora mismo, con la situación preagónica del sector pesquero, cabría una adaptación del antiguo refrán según el cual “las penas, con pan, son menos” para asegurar que, sin alimento, los pesares aparentan insoportables. Y es que, por si fuese poca desgracia el giro reciente de la política europea con respecto a las actividades de extracción, ahora resulta que se notan sus efectos directos: prohibir la pesca de fondo, además de la ausencia de la rebaja del IVA y la inflación que todo lo amarga, ha impulsado a las lonjas a despachar el peor negocio hasta ahora conocido, más de la mitad de las ventas se han perdido, a lo que hay que añadir el bajón de las capturas. Y los ingresos se desplomaron.

En pocas palabras, que a este paso no bastará con la respiración artificial ni el milagro de los panes y los peces para devolver la vida al trabajo que más y mejor ha definido a Galicia en buena parte de su historia, sin desmerecer a los demás. Y todo esto ha ocurrido durante las mejores jornadas de la Semana Santa que se recuerdan; excelentes condiciones climatológicas, afluencia casi récord de visitantes, la hostelería batiendo marcas y las mayores posibilidades de una venta cercana a la mejor de todos los tiempos, tal como publicaba FARO DE VIGO. Expuesto de otro modo, una oportunidad perdida que quizá no se repita hasta dentro de bastantes años.

Todo ello demuestra, entre otras pruebas, la ausencia de una política seria, sino otra distinta, diríase –por absurdo o exagerado que suene– que para ayudar a que desaparezca uno de los mayores símbolos de este país. Y por más que duela leerlo –casi tanto como escribirlo– no parece que quienes deberían estar por la labor de impedirlo, que en primer lugar son los muchos cerebros que trabajan para el ministerio correspondiente, tengan tiempo ni ganas, y por supuesto ni órdenes, de ponerse a pensar en cómo sacar del atolladero a los cientos de familias gallegas, y de otros orígenes, que viven del mar. Aparte de contribuir con su esfuerzo a que crezca el Producto Interior Bruto del país.

(Conste, antes de proseguir, que los actuales problemas no se limitan a ese sector: el agroalimentario o, por mejor decir el agropecuario, lleva el mismo camino, aunque en él no quepa hablar de un abandono parecido al otro. Si acaso es posible aceptar que lo que se ha hecho, que tampoco ha causado estrés por el esfuerzo, ha sido torpe, escaso y por lo tanto casi inútil. En el sector lácteo, por ejemplo, ni siquiera se cumplen las leyes por las que se impide la compraventa a pérdidas, mediante acciones que provocaron, entre otras críticas, la definición de “cártel de la leche” por miembros del sindicalismo agrario gallego. Y que supone en cierto modo la medida de su malestar.)

Resulta, pues evidente que, a pesar de que queda margen para actuar en defensa del sector primario de Galicia, hay un déficit de voluntad práctica para aprovecharlo. Cierto que la actuación habrá de ser diferente, pero el propósito de luchar por la pesca y la agricultura de este país no es renunciable. Y eso deberían entenderlo en primer lugar sus fueras políticas que en lugar de dedicar todo el tiempo a la búsqueda y captura de votos, habrían de fijar prioridades en función de lo que necesita la gente a la que representan, sobre todo la del común. Y, de paso, demostrar de una vez que le importa lo que la calle reclama, y no sus historietas propias de las viejas intrigas palatinas que ya no interesan siquiera a sus protagonistas.

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