De un país

Formoso desencadenado

Luis Carlos de la Peña

Luis Carlos de la Peña

La semana que termina ha sido propicia para los socialistas gallegos. El retorno de Gómez Besteiro, el aterrizaje de Miñones al frente del Ministerio de Sanidad y la habilidad mostrada por Valentín G. Formoso para mover con eficacia y discreción las voluntades precisas, son acontecimientos no por ya glosados, menos acreedores a su justa valoración estratégica. La semana de gloria reservaba una coda con la presencia del secretario general, alcalde de As Pontes y presidente de la Diputación coruñesa en el Círculo de Empresarios de Galicia en Vigo.

Un acto que hace apenas quince días hubiera pasado inadvertido, atrajo ahora la atención de algunos avisados empresarios y profesionales de la ciudad, junto al grueso del gobierno municipal de Vigo, con Caballero al frente, y un rosario de alcaldes y concejales socialistas del área metropolitana. La expectativa por conocer y escuchar al principal muñidor de la operación estratégica del PSdeG, había crecido en la misma medida que parecían hacerlo los horizontes electorales. Digo bien que muchos de los asistentes querían conocer a Formoso: año y medio después de acceder a la secretaría general de su partido, el muy prudente alcalde de As Pontes es todavía una figura poco conocida entre los gallegos. Y sin embargo, Valentín llegó a su cita en García Barbón con las alforjas cargadas de seguridad, conocimientos y talante emprendedor. Las mismas actitudes que reclama en un país, Galicia, comprometido con sus sectores económicos, con la industria de modo particular, y que, en su caso, no es una declaración retórica sino una práctica que lleva adelante con logros palpables en la localidad que gobierna desde 2007 con un apoyo superior al 64% de los votantes.

"Es un hombre de certidumbres. Desde esa seguridad niega la viabilidad de una sociedad gallega sana y cohesionada sin cimientos económicos sólidos"

Formoso es un hombre de certidumbres. Desde esa seguridad niega la viabilidad de una sociedad gallega sana y cohesionada sin cimientos económicos sólidos. Una aseveración tan obvia, tan del PNV de Urkullu y Ortuzar, si fuera posible personalizar el sentido común, que tiene la facultad de desnudar el laissez faire del PP y la pulsión irredentista del BNG de echarse al monte. Si para los primeros hubo reiteradas denuncias de falta de gestión, para los segundos llovieron los reproches por su actitud respecto de la implantación éolica y el forzado retorcimiento de las posiciones en el Congreso de los Diputados.

Si la gestión municipal es una sacrificada y constante entrega a la gestión de las micropolíticas, Formoso ha mostrado esta semana su capacidad para moverse en los altos vuelos estratégicos; también para trazar los horizontes amplios de una Galicia posible.

Suscríbete para seguir leyendo