Crónica Política

Los errores

Javier Sánchez de Dios

Javier Sánchez de Dios

Parecen un par de errores políticos –naturalmente desde la opinión personal– esa decisión de la Xunta de eximir del llamado “impuesto a los ricos” a quienes poseen en este Reino tan abstracta condición, y una propuesta de establecer tasas turísticas en Galicia, aunque se matiza con la condición de que lo apruebe el sector. En cuanto a lo primero, el impuesto al patrimonio superior a los tres millones de euros –cifra que no es precisamente una bagatela: ”quien la pillase”, dirá, con razón, una notable mayoría de gallegas/os–, pero que a efectos fiscales no llega, ni con mucho, a lo que padece la gente del común con otros, por ejemplo el IVA, que pagan todos, “ricos” y “pobres” por igual.

Cierto que el tributo que anunció el Gobierno central “suena a progre”, pero en la práctica es un pellizco para los afectados, por más que protesten aquellos a los que se aplica. No se trata, en ningún caso, de comparar impuestos o los ingresos que suponen para el Estado. Pero sí se puede afirmar que lo que significa un escaso aumento –o descenso– del IVA para la ciudadanía es mucho mayor que el de “los ricos” en cifras de ingreso para el Estado. Precisamente por eso el Gobierno del señor Sánchez decidió desde la demagogia crear la tasa prescindiendo, como suele hacer, de lo que de verdad importa en la justicia –o la fiscalidad– distributiva: que cada cual pague –en proporción– lo que le corresponde.

Es una decisión, según bastantes expertos, “demagógica”, pero la gente del común la cree justa, y es por eso por lo que desde el punto de vista de este ciudadano resulta un error también político y electoral, aparte de económico. Entre otros motivos porque la recaudación fiscala no compensa la imagen de protección a los sectores más acomodados de la sociedad, que es la imagen que transmite la Xunta. Cierto que el argumento jurídico es lógico –la defensa de las competencias recaudadoras que tiene la comunidad– y que puede ganar en los tribunales, pero eso ya se verá. Y mientras tanto, PSdeG y BNG no han perdido la ocasión de fustigar al Ejecutivo gallego con tópicos, pero de más peso.

El segundo error, aunque matizado por la presunta consulta al sector, de la Xunta es ese anuncio acerca de la posibilidad de implantar una tasa turística en Galicia. El objetivo resulta, como mínimo, contradictorio: por una parte puede decirse que se trata de evitar molestias que el exceso de visitantes puede causar en los lugares visitados, y por la otra las campañas del turismo gallego invitan a que venga cuanta más gente mejor a disfrutar –con razón– de lo que este antiguo Reino ofrece, que es mucho. La segunda razón, además de que la tasa es otro impuesto y por tanto impopular, es que una idea parecida ya fracasó en Baleares, después de causar descenso de turistas y muchos problemas.

Por supuesto, y conviene insistir en ello, cuando queda escrito no pretende indicar a un gobierno democrático lo que puede y no puede hacer, pero sí reclamar una reflexión pensando en el interés general de Galicia. Puede que el sector turístico lo acepte, pero es poco probable en función de que el número de viajeros disminuirá –acaso con la excepción del Año Santo– y a nadie le gusta que le pongan un negocio legítimo en riesgo. Pero, además, tampoco estorba la observación de que no todo en el espectáculo y el ejercicio de la vida consiste en cobrar y/o pagar más impuestos. Nadie discute su necesidad, pero a la vez tampoco estorba analizar si son o no demasiados ya para las espaldas de una población que soportan ya demasiada carga. Y ya es hora de una economía más dinámica y menos subsidiada: es otro error.

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