La educación en valores empieza por las palabras
“Casi” es un adverbio de efectos casi mágicos, pues su uso como profilaxis nos puede librar de la amenazadora tiranía del absolutismo. En la educación se suele recurrir al premio, al castigo, al consejo y al ejemplo mucho más que al uso de las palabras, y así nos va. Acostumbrar al educando a usar el “casi” con alguna frecuencia puede rebajar el peso en su vida de las creencias, pues creer “casi” en algo lo librará de modo automático del dogmatismo. Igual ocurre con los sentimientos. Por ejemplo, a alguien que está perdidamente enamorado le espera al final de un modo u otro la perdición. No recomiendo decirle a nadie que uno está casi enamorado, claro, pero incluso si se le dice que está casi perdidamente enamorado ya habrá echado algo de agua al absolutismo amoroso, uno de los peores. En materia de religión y de política el “casi” debería ser de precepto (o casi).
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