Tierra de nadie

La farola fundida

Juan José Millás

Juan José Millás

Una señora llamó a un programa nocturno de la radio para contar que había en su calle una farola que se apagaba y se encendía cuando ella se lo solicitaba.

–Está frente a la ventana de mi dormitorio –añadió–, de modo que cuando me voy a acostar, para que no me moleste su luz, me asomo y le digo: “Farola, apágate”, y la farola se apaga. Los sábados suelo despertarme a eso de las dos de la madrugada para ver si mi hijo, que ha empezado a salir por las noches, ha vuelto. Si veo que no, me asomo a la ventana y digo: “Farola, enciéndete”, porque no me gusta que regrese a las tantas con la calle a oscuras”.

–¿Y la farola se enciende? –preguntó la locutora.

–Se enciende –respondió la mujer.

Pero aquel superpoder, lejos de alegrar la vida a la mujer, se la había amargado, según nos explicó a la audiencia de insomnes, porque era el único de que disponía. Suponía ella que, siendo capaz de controlar los movimientos de una farola, debería poseer también el don de levitar o de mover los objetos con el pensamiento. Pero no: su único logro paranormal era el señalado, que comenzaba a parecerle pobre.

La locutora trató de animarla. No se podía tener todo en la vida, pero la mujer no dejaba de quejarse a Dios o a quien quiera que le hubiera otorgado aquella gracia que al principio le pareció fabulosa, y que ahora comenzaba a considerar casi casi una burla.

"Aquel superpoder, lejos de alegrar la vida a la mujer, se la había amargado porque era el único de que disponía"

–¿Adónde voy con esa capacidad?

Algunos radioescuchas telefonearon también para transmitir sus felicitaciones a la mujer, que al final parecía un poco más animada. Esto sucedió el sábado último, sobre las cuatro de la madrugada. Antes de despedirla, la locutora le preguntó si su hijo había salido esa noche.

–Sí –respondió–, pero aún no ha vuelto.

–Pues ordene a la farola que se encienda.

–Es lo que iba a hacer.

La mujer se asomó a la ventana y la escuchamos gritar: “Farola, enciéndete”.

Sorprendentemente, se encendió la farola que está frente a mi ventana y que llevaba meses fundida.

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