Un millón

Kondo con desorden

Javier Cuervo

Javier Cuervo

Marie Kondo, la creadora del nuevo orden doméstico mundial, ha confesado que desde que tiene tres hijos su casa está desordenada. Sus atildadas seguidoras no admiten esta traición a las ideas que propugnó, basadas en que enrollar los jerséis y las toallas y quitarlos de la vista daba una paz interior que llevaba a la felicidad. Ahora ha enfocado la felicidad en otra parte y, en avance de su nuevo libro, dice: “La manera en la que gasto mi tiempo es la correcta para mí en esta etapa de mi vida”. Nada que no pueda ratificar de palabra y obra Ramón Tamames, quien gastó correctamente el tiempo en el PCE de la transición, en el CDS del felipismo y ahora en el Vox del pluripartidismo bibloquista.

Kondomari (su nombre puede ordenarse al revés) es un producto de Japón adecuado al Occidente de los tupperware de almacenamiento de Ikea y de las casas menguantes con precios de metro cuadrado y tipos de interés crecientes. Ella supo sacar rendimiento a su trastorno obsesivo compulsivo con morralla de género y una epifanía: “Un día tuve una especie de crisis nerviosa y me desmayé. Estuve inconsciente durante dos horas. Cuando volví en mí, escuché una voz misteriosa, como un dios del orden que me decía que (...) solo buscaba cosas para tirar y lo que debería estar haciendo era encontrar las cosas que quiero conservar. Identificar las cosas que te hacen feliz”.

A partir de este relato patológico –más modesto que los sedicentes hijos de dioses– levantó su imperio. Ahora se está curando y sus tres hijos pueden dejar dinosaurios de trapo por el suelo sin que les obligue a desprenderse de la mitad de sus juguetes ni a enrollar metódicamente su mantita. Es menos fanática que los padres que se empeñan en que los niños memoricen catecismos en los que tienen puesta su ansia de felicidad eterna.

Marie Kondo supo crear un mensaje muy adecuado al individualismo contemporáneo: entretente en ordenar tu casa mientras el liberalismo pone el mundo patas arriba. ¿El nuevo desorden doméstico puede influir en el nuevo orden mundial?

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