Armas a gogó para Ucrania

Joaquín Rábago

Joaquín Rábago

Nunca habíamos hablado tanto de tipos de armas y de sus características que desde que empezó, hace ya casi un año, la guerra de Ucrania. Ni había habido en los medios tantos expertos en geopolítica.

Ya sabemos gracias a la prensa lo que son los tanques Abrams estadounidenses, los Leopard alemanes, los Challenger británicos, pero también los lanzamisiles Himars y Javelin, los antiaéreos Stinger, todos ellos estadounidenses; también los drones turcos Bayraktar, los lanzacohetes británicos MLRS, los Mi-8obuses franceses Caesar y los alemanes Panzerhaubitze.

Pero son muchísimos más los tipos de armas suministradas a Kiev por los miembros de la OTAN: los helicópteros Mi-8, las baterías Patriot Nasams, los misiles Starstreak o Brimstone o NLAW, los vehículos blindados multipropósito Senator o los de combate de infantería Bradley: todo cuanto puede hacer las delicias de los visitantes de una gran feria de armamento.

"El poderoso complejo militar-industrial de EE UU apenas da ya abasto con tanta y tan súbita demanda de material bélico"

Todo ese armamento y mucho más que llegará en los próximos días se califica, con ese lenguaje orwelliano al que hemos tenido que acostumbrarnos de “armas para la paz”, cuando la realidad es que contribuye a aumentar la escalada bélica por ambos lados y con ella, la destrucción de un país y la muerte o el éxodo de sus habitantes.

Parece en cualquier caso que el poderoso complejo militar-industrial de EE UU apenas da ya abasto con tanta y tan súbita demanda de material bélico. Y más dificultades aún tienen los socios europeos para suministrar al país invadido todas las armas que con tanta urgencia como vehemencia reclama su presidente.

Según medios estadounidenses, el gobierno de Joe Biden ha encargado impulsar la fabricación de nuevos carros de combate Abrams, de los que enviará solo unas pocas unidades a Ucrania, pensando al mismo tiempo en un conflicto militar con China a propósito de Taiwán.

En Europa, empresas como las alemanas Krauss-Maffei Wegmann y Rheinmetall, la francesa Thales, la italiana Leonardo/Finmeccanica y sus equivalentes de otros países trabajan ya también a pleno rendimiento.

Desde el inicio de la guerra, la Unión Europea ha enviado ya ayuda militar a Ucrania por valor de unos 30.000 millones de euros y esa ayuda podría subir pronto a 50.000 millones.

"La industria militar estadounidense está haciendo un enorme negocio con esta y otras guerras en curso de las que se habla por desgracia mucho menos"

Es de prever la llegada masiva a Europa de armamento estadounidense, productos de empresas como la Lockheed Martin, Northrop Grumman o Raytheon Technologies.

La industria militar estadounidense, que financia, como se sabe, las campañas electorales de muchos legisladores de aquel país, ya sean demócratas o republicanos, está haciendo un enorme negocio con esta y otras guerras en curso de las que se habla por desgracia mucho menos.

Pero no es la industria armamentista la única beneficiada en EE UU, sino también el poderoso sector energético, que exporta a Europa el carísimo y antiecológico gas natural licuado, producto de la fracturación hidráulica para sustituir en parte al mucho más barato que ya no llega de Rusia debido al bloqueo occidental de ese país.

Todo ello, advierten muchos empresarios europeos, sin que los gobiernos parezcan hacerles demasiado caso, puede tener como consecuencia la desertización industrial del continente en provecho únicamente de EE UU, que en ningún caso quiere perder la hegemonía que tiene sobre Europa desde el final de la Segunda Guerra Mundial.

Y es que la superpotencia se beneficia así no solo de la pérdida de competencia de la industria europea –algunas empresas han decidido establecerse en EE UU para abaratar costes–, sino también de la masiva salida de capitales europeos hacia Norteamérica. Pero aquí seguimos hablando solo de democracia.

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