Hace semanas que me ronda una frase y dudo si la escuché en alguna parte o me la inventé: el amor es lo más fácil del mundo cuando ocurre por casualidad, pero no es real hasta que lo haces a propósito.
Se ha hablado mucho últimamente de amores que un día fueron casuales y en la realidad están rotos. Igual se aburrieron de la casualidad o hicieron los propósitos por separado. Supongo que el amor se diseña para pensar en alguien distinto a ti y se termina cuando alguno de los dos recita la famosa excusa: “No eres tú, soy yo”. Entonces se acaba el amor y cualquier cosa bonita porque en ese yo difícilmente cabe nadie más. En cualquier caso, aunque facilona, es una excusa cierta porque cuando no eres tú, no eres tú.
Dice Albert Espinosa en su último libro, “La noche que nos escuchamos”, que antes o después a todos nos toca vivir un “solo”. Nuestro “Solo ante el peligro”, nuestro “Solo en casa”. Como si la vida te lo pidiera esperando que sea un éxito. Cuando traspasas la puerta de un hospital con un diagnóstico incierto o bajas del coche después de un accidente. Cuando descubres una mentira de las que te cambian la vida o eres tú quien tiene que confesar la verdad. Al cerrar una puerta y soltar lastre o cuando te invade la sensación de que no podrás con lo que venga. Cuando das a luz y no hay paternidad compartida que valga, porque mirando a ese techo y apretando la vida con toda su fuerza, únicamente estás tú. Solos que te enseñan de qué va esto de estar vivo, incluso cuando va de perder en silencio.
He leído todos los libros de Albert Espinosa, cada uno en su año y en su primera semana de publicación. Con el último me emocioné menos, pero me hizo pensar más, lo contrario de un amor pasajero. Cada una de sus palabras es siempre amable, tiene futuro, un futuro que apetece. Con libros traducidos a 42 idiomas, series, películas, 760 artículos publicados en la prensa dominical y me sigue abismando que de quien habla, siempre quede bien, en el mejor lugar posible. Porque lo que decimos del otro –ese que fue tan cercano– también habla de nosotros mientras estábamos allí. Y como dice Espinosa: ojalá hacer las cosas para que morir así sea vivir de amor.