Sobre la lista más votada

Santiago Lago Peñas

Santiago Lago Peñas

Hace años que circula la propuesta de que gobierne la lista más votada. Yo he escrito al menos dos columnas en la última década dando mi opinión; que no ha cambiado. Estoy en desacuerdo. Este enfoque es el propio de los sistemas electorales de tipo mayoritario. Pero en España hemos optado por un sistema distinto, que permite plenos y parlamentos más plurales y representativos, aunque a veces complique la formación de gobiernos. Por tanto, el debate, si se quiere plantear, debería hacerse sobre la conveniencia de pasar de un sistema proporcional “consensual”, como dicen los politólogos, a alguna variante del sistema mayoritario, como la francesa o la estadounidense. Incluso, manteniéndose en la lógica de los sistemas proporcionales, se podría defender el primar a la lista más votada, otorgándole un número adicional de actas o diputados, como se hace en Grecia.

En todo caso: mientras no cambiemos las reglas del sistema electoral, la idea de que lo legítimo es que gobierne la lista más votada es errónea. Si una coalición de partidos agrega más actas (concejales o diputados) que el más votado, la coalición tiene toda la legitimidad. Es más, en la medida en que el sistema electoral español premia a los más grandes, la coalición va a tener siempre a más votantes detrás que la lista más votada a igualdad de actas. Dicho lo anterior, hay que reconocer las complejidades que generan las coaliciones. Por ejemplo, contamos con evidencia empírica sólida de que es sustancialmente más difícil aprobar los presupuestos en plazo.

Por eso, creo que es fundamental que cada partido clarifique en la campaña electoral su posición de partida respecto a todas las posibles coaliciones o, en su caso, a apoyos estables a otros partidos en caso de que existan posibilidades reales de formar gobierno. Es decir, todos deberíamos poder votar a un partido teniendo una idea clara de qué puede pasar tras las elecciones, para no encontrarnos después con pactos imprevistos, sorprendentes y que no nos gustan. Y, en paralelo, los partidos deberían ir preparándose para un escenario donde su ubicación en el gobierno o en la oposición (por la existencia de una mayoría absoluta monocolor) esté abierta. Lo anterior evitaría mucho descontento en el electorado y debería reforzar la gobernabilidad.

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