Cuatro Cosas

n n n / Paco Vedra

Como poder, podéis interpretar como os venga en gana las declaraciones a este periódico del vicesegundo Diego –Calvo, claro–, pero avecilla, que sigue volando aunque algo renqueante, avisa de que no todo el escalafón PP comparte la beatitud, en cierto modo el pacifismo jerárquico de su señoría. Sin ir más lejos, ni en el sur –este y oeste–, ni en el norte según se mira el mapa a la derecha. Y si os fijáis bien, y repasáis a fondo el nomenklator , está lleno de aspirantes. ¿Eh?

No, no os lo toméis a cogna, porque el pajarillo cantor las pía muy en serio. Atended a la cosa: en tierras lucenses, Elena quiere devolver a su partido a la época de la primera dinastía faraónica. Aquellos tiempos gloriosos en lo que Cacharro le decía al presidente –¡Fraga, non plus ultra...!– “como se apruebe “tu” proyecto que quita poder a los barones, te jorobo los presupuestos con “mis” diputados”, (primera legislatura del patrón, otoño 1990). Y ganó. Ojito...

Lo del sureste es peor, porque si, por un casual, el Nene pierde la diputación, a ver quién es el guapo que en la antigua corte jacobea –que hay quien quiere restablecer en su antiguo esplendor– le discute una consellería de cara a las autonómicas de 2024, más o menos. Porque Anacleto os recuerda que cuando los preaspirantes aceptaron la sucesión albertina, el que más destacó poniendo límites fue Diego. Xosé Manuel calló bastante, pero su mirar no dejó lugar a duda. ¿No?

Bueno, vale, de acuerdo. En la Pontevedra de hoy todo quisque –salvo los de siempre, de Vigo– es alfonsino a tope. Si el PP consigue la diputación –y no es imposible, ojo a los partidos (judiciales) pequeños–, coronarán a Alfonso I de Galicia. El problema es que Calvo logre la hazaña de recuperar la capital provincial herculina y repetir los resultados de las generales allí. ¿Quién pondrá límite a la divina providencia? O a la ambición humana. ¿Capisci...?

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