La Cámara de Comercio y los retos empresariales

José García Costas*

El pasado ejercicio de 2022 terminó dándonos una lección: las buenas cifras de PIB y de empleo en España, y las correspondientes de Galicia, que nos consolidan como sexta economía autonómica, no se correspondieron, afortunadamente, con las negativas expectativas que se airearon desde diversos ámbitos políticos, económicos y mediáticos. Se aproximaba una recesión y parecía imparable la pérdida de competitividad y empleo. La realidad, el trabajo callado de nuestras empresas, luchando contra la inflación, mejorando la productividad, extendiendo y profundizando en los mercados, ha dado un resultado robusto y, sobre todo, una mejora de las expectativas: continuaremos creciendo y creando empleo, aunque con menos fuerza. Lo que es imprescindible es suprimir las incertidumbres y no aparcar indefinidamente asuntos que nos competen a todos.

Entre esas incertidumbres, la más relevante es la que, ojalá que innecesariamente, nos asalta cuando pensamos en nuestra principal industria y sector tractor: el automóvil; un enorme conglomerado innovador y competitivo en torno a Stellantis que se expande y contrae al ritmo de la empresa motora, que a su vez sufre las incertidumbres tecnológicas del sector en lo que se refiere al automóvil del futuro, y por añadidura, la mala planificación del Gobierno en relación al PERTE del Automóvil, al parecer en vías de corrección.

El diálogo de la Administración con las empresas debería prevalecer antes de la puesta en marcha de los grandes proyectos públicos. Lo contrario nos lleva a incertidumbres ineficaces. Los fondos Next Generation, tantas veces anunciados, no llegan a la estructura capilar de nuestras pymes, ni a las grandes siquiera. Solo la plena confianza en las administraciones autonómicas y en las organizaciones empresariales permitirá que lleguen donde tienen que ir. Las primeras, porque conocen el tejido industrial y los proyectos estratégicos de cada territorio; con las competencias en materia de industria traspasadas por el Estado, no tiene sentido que ahora éste sea competente para decidir qué proyectos se apoyan y cuáles no. Y las organizaciones empresariales, porque somos los interlocutores habituales de nuestras empresas y los que lideramos la cooperación entre ellas.

El siguiente asunto que nos preocupa es la eficiencia. Las empresas tenemos que cambiar al ritmo de las innovaciones y las tendencias de los mercados, además del que nos exigen las sucesivas normativas y planes estratégicos que cada gobierno emprende. Así, ahora nos toca transición energética, digitalización y economía circular. Nos tenemos que adaptar y allí van nuestras inversiones y esfuerzos: cambio de modelo energético, gestión integral del ciclo de los materiales, cambio de modelo hacia la gestión y control digital de todos los procesos.

Pero en todo este cambio hay muchos que no cambian, con las Administraciones Públicas a la cabeza. Empezamos un año electoral completo. Habrá nueva composición de ayuntamientos y comunidades autónomas, de las diputaciones y del Gobierno del Estado, y ¿dónde está la reforma de las administraciones? ¿Hasta cuando seguiremos con miles de ayuntamientos pequeños e ineficientes, de entes interpuestos, de multiplicidad de la burocracia, de control de procesos administrativos por quienes con frecuencia están alejados de la realidad de empresas y ciudadanos?

En el futuro de nuestro país tanto cuenta la modernización de nuestras empresas como la de las instituciones. Desde la Cámara de Comercio de Pontevedra, Vigo y Vilagarcía de Arousa, queremos que la transformación que necesitamos sea completa, que vayamos en la misma dirección. Los retos son de todos.

*Presidente de la Cámara de Comercio de Pontevedra, Vigo y Vilargarcía de Arousa

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