Crónica Política

La “miñocas”

Javier Sánchez de Dios

Javier Sánchez de Dios

Quizá sea demasiado el plantear semejante cosa, pero es seguro que el corazón de las gentes del mar habría solicitado de las autoridades políticas –y hasta religiosas– gallegas presentes en la presentación de unas lanchas patrulleras que, terminado el acto, y como gesto solidario, hubiesen criticado la decisión de la señora Vitcheva, doña Charlina. Porque allí, o en sus inmediaciones, a la vez que se describían las virtudes de las embarcaciones y los útiles que serán para defender bienes y vidas, la citada directora confirmaba la intención de la UE, por iniciativa de su negociado, de reducir en un tercio la capacidad pesquera, sobre todo el arrastre, en aguas comunitarias. Y los invitados, impávidos.

La dama, de la que no hay noticia firme acerca de su capacidad científica para proponer sobre la casi totalidad de la encomienda, no citó tampoco esta vez datos ni informes serios que sostengan la medida: se limitó a decir algo así como que “todos saben que hay que hacerlo”. De ahí que quien esto escribe insista en lo bueno que hubiera sido que alguien, cuanto más representativo mejor, hubiese comentado in situ –o sus alrededores–, y desde luego en la prosa más diplomática, elegante y serena que cupiera, algo así como que la pesca gallega, tal como ahora mismo se la conoce y practica, está cada vez más cerca de la desaparición. En buena parte gracias a la tarea del actual equipo directivo europeo.

Y menos mal que aún queda la esperanza de la acuicultura, que el Gobierno autonómico parece decidido a desarrollar. En todo caso no será lo mismo, pero siempre puede consolar más y mejor un mendrugo que el ayuno. Quienes sí hicieron comentarios en las horas siguientes fueron varios representantes del sector, a los que no sorprendió –pero sí indignó– la directora general y sus proyectos y que recordaron que, en definitiva, doña Charlina viene a parecer en determinados momentos una especie de portavoz de los intereses que los grupos de presión medioambientalistas, condición que no excluye, en absoluto, su disposición a estar siempre prestos para el business. Como los lobbies.

Mientras, un veterano pescador afirmaba, medio en broma a pesar de su indignación, que “a este paso las autoridades europeas no permitirán ni la pesca con caña”, para lo que hay –por cierto– que pagarle a la Xunta diezmos y primicias. En este punto, y en clave de ironía –aunque el horno no esté para bollos– quizá no estorbe una reflexión. Dado el fervor ecologista que parece inundar a la UE en lo que a la pesca se refiere, y de acuerdo con el aviso del aficionado, “no estaría de más tomar medidas preventivas para el caso de que a la directora general se le ocurra declarar especie protegida a la “miñoca”, esos gusanillos que tanto fruto permiten recoger a los expertos.

(Y es que dada la sensibilidad de Bruselas y cuando algunos de allí se den cuenta de que puede ser negocio la venta regulada de esos invertebrados –en sus versiones “del país” y “coreanas”, que son las principales–, aparezca alguna asociación para concienciar a las masas de que está a punto también de hundirse el equilibrio vital de esa especie. Lo malo es que lo único que se hunde es el sector pesquero gallego a causa, entre otras, de la inepcia de los Gobiernos que son y han sido y de su desinterés, mezclado con la ambición de algunos que le ponen precio a sus charlas acerca de la salvación del planeta Y por eso las cosas van como van aunque -–recuérdese a Murphy y su ley– todo lo que pueda empeorar, empeorará.)