Con el Leopard alemán, la guerra entraría en una fase peligrosa

Joaquín Rábago

Joaquín Rábago

Esta semana, el grupo internacional de contacto en apoyo de Ucrania debe decidir si se entrega finalmente al país invadido por Rusia el carro de combate alemán más potente: el Leopard 2.

El Gobierno de Kiev lleva tiempo reclamándolo a la OTAN, pero Berlín, que es quien debe autorizar su exportación a terceros países, ha vacilado siempre por miedo a una escalada militar cada vez más peligrosa.

Alemanes y estadounidenses dieron recientemente luz verde al envío a Ucrania de otros blindados más ligeros: el Marder, alemán, y el Bradley, estadounidense.

Pero el Gobierno de Kiev no se da por satisfecho y su ministro de Asuntos Exteriores, Dmitro Kuleba, insiste en el Leopard porque servirá, según dice, para acelerar la victoria de su país frente al Ejército invasor.

“Cuanto antes se decida (la entrega), antes terminará esta guerra con el triunfo de Ucrania”, afirma Kuleba. Y ya se sabe lo que eso significa para Kiev: la expulsión de Rusia de todos los territorios ocupados, Crimea incluida.

¿Pura declaración propagandística para convencer a quienes le apoyan desde la OTAN, puro tomar sus deseos por realidades? No importa.

Han sido fortísimas las presiones de británicos y polacos, entre otros, para que Berlín dé finalmente su visto bueno y Ucrania pueda recibir los Leopard que tanto ambiciona.

Presiones sobre el Gobierno del socialdemócrata Olaf Scholz que no le han llegado a éste sólo de fuera, sino también de sus propios socios de coalición liberales y verdes: estos últimos especialmente beligerantes frente a Rusia con total olvido de su pasado pacifista.

"El Leopard 2 está dotado de un cañón de 120 milímetros y puede alcanzar velocidades sobre el terreno superiores a los 65 kilómetros por hora"

La entrega a Ucrania, si se produce, de ese armamento pesado y extraordinariamente móvil –el Leopard, dotado de un cañón de 120 mm, puede alcanzar velocidades sobre el terreno superiores a los 65 kilómetros horapermitirá al Ejército ucraniano pasar de la guerra de posiciones a una nueva guerra de movimientos.

Se trataría sobre todo, explican los estrategas, para su ejército de traspasar así la línea del frente ruso sobre todo en la región de Luhansk y Zaporiyia en un intento de avanzar sobre Crimea, objetivo final de la reconquista y a la que Moscú no querrá renunciar por nada del mundo.

Las fuerzas armadas rusas han aprendido mientras tanto a defenderse con mayor eficacia, combinando la defensa estática con la móvil, y esto es precisamente con lo que quieren acabar los ucranianos.

Los avances serán en cualquier caso difíciles, los ucranianos estarán sometidos a fuertes descargas de la artillería y tendrán que superar las fortificaciones rusas, algo que sus mandos militares creen que será más fácil utilizando los Leopard 2 y tal vez los Challeger 2 británicos como punta de lanza.

Pero los rusos, enrocados en sus posiciones, no pueden permitirse ceder lo más mínimo, y cuentan cada vez con más hombres gracias a las movilizaciones decididas por el Kremlin y a los mercenarios del grupo Wagner.

Continuará pues la masacre. A uno y otro lado seguirán muriendo a miles civiles y militares, simple carne de cañón, cada uno por la que consideraba su patria.

Mientras tanto, el ministro ucraniano de Defensa afirma que su país está ya de ‘facto’, aunque todavía no de ‘iure’ en la OTAN. Y no le falta razón.

Un enfrentamiento directo entre Rusia y la Alianza se torna cada vez más probable. ¿No hay nadie capaz de poner algo de racionalidad en lugar de sólo tripas en todo esto?

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