Explicando la convergencia de Galicia

Santiago Lago Peñas

Santiago Lago Peñas

Hace unos días, el Instituto Nacional de Estadística publicó su serie enlazada 2000-2021 de la contabilidad regional. Los datos permiten contemplar la evolución a largo plazo, en lo que llevamos de siglo de las 17 economías regionales. Si la atención se centra en la convergencia hacia la media de España, nadie lo ha hecho mejor que Galicia. Hemos sacado un notable alto, al pasar de tener un PIB per cápita equivalente al 77.6% de la media española al 92.2%. Un incremento de 14.6 puntos porcentuales sin par en el mapa autonómico y que nos ha permitido pasar de estar en el furgón de cola a estar muy cerca de la mediana: ya son casi las mismas las que tenemos por encima que por abajo.

Puesto que el PIB per cápita es un simple cociente, su evolución depende de lo que pase con el numerador y con el denominador. Convergemos cuando ganamos peso económico o perdemos peso demográfico en España. Y viceversa. Aquí aparece el lado negativo del resultado anterior. De toda esa convergencia lograda, algo menos de un décimo es porque la renta ha crecido más que en el conjunto España. Los nueve décimos restantes se explican por el estancamiento de la población gallega en un entorno español de dinamismo demográfico.

Sin duda, no es especialmente atractivo que la convergencia gravite sobre todo en lo demográfico: Galicia muestra una sorprendente estabilidad en el entorno de los 2.7 millones de habitantes. Pero también en esto se encuentra nuestro mérito. Hemos sido capaces de que el PIB gallego crezca ligeramente por encima del español con un mercado interno estancado. Y sin especial ayuda de inversores foráneos. Ha sido el capital gallego, empresas de naturaleza familiar en su inmensa mayoría, las que han tirado del carro, buscando clientes en el resto de España y fuera. La internacionalización de la economía gallega, aun reconociendo las debilidades que calibra periódicamente el Foro Económico de Galicia a través del BAEXGA, ha aumentado muy notablemente.

Sin duda, en Galicia tenemos retos y problemas. Debemos abordarlos con ambición y aprovechando oportunidades. Pero hay que hacerlo desde el análisis objetivo de los datos y reconociendo también nuestros éxitos y capacidades. Aunque solo sea para que empecemos a creernos que podemos ser mucho mejores. Personalmente, estoy cansado de los que todo lo ven negro.