Ricos, negocio e impuestos

Millonarios en favor de la “justicia fiscal”

Fernando Granda

Fernando Granda

“Hay gente pa’to”, dicen que dijo un famoso torero. Políticos que piden bajar impuestos, políticos que piden subirlos. Una reciente encuesta privada señalaba que más de un sesenta por ciento de los españoles pagaría más impuestos, la mayoría para destinarlos a mejorar la sanidad pública. Aunque las personas se suelen agrupar por similitudes, siempre surge algún discrepante dentro del grupo. Es el caso de un futbolista gallego que, a pesar de su cotización como goleador en la máxima categoría, ha renunciado al dinero y a su cotización y catalogación y ha descendido dos divisiones en las categorías futbolísticas, incluso a costa de su propio dinero, para incorporarse al club de sus amores, el Deportivo de A Coruña, el “Dépor”. Lucas Pérez rechaza el negocio y apuesta por el fútbol. Marlene Engelhorn, una vienesa muy rica, de treinta años, heredera de más de 4.000 millones de euros, manifiesta reiteradamente que los ricos deben pagar más impuestos.

Warren Buffett, uno de los multimillonarios que anualmente ocupan los primeros puestos en la lista de las mayores fortunas del mundo que publica la revista “Forbes”, ya hizo una propuesta similar hace más de una década. “Dar a los demás hace tu vida más rica”, manifestaron Bill y Melinda Gates cuando se propusieron recaudar 600.000 millones de dólares entre los grandes acaudalados de Estados Unidos para destinarlos a causas humanitarias. Buscaban convencer a otros cuatrocientos multimillonarios para que donasen la mitad de sus ganancias con el fin de destinarlas a esas propuestas humanitarias. Con su llamada “The Giving Pledge” (‘El compromiso de donar’) perseguían poner en práctica una decisión tomada anteriormente cuando Buffett y Gates iniciaron una ronda de negociaciones con personalidades, entre ellas David Rockefeller y George Soros, para hacer real la iniciativa.

La joven austroalemana, que estudia Lengua y Literatura en la Universidad pública de la capital austriaca, se ha desenvuelto en un escenario privilegiado y ha estudiado en las mejores escuelas, pero considera “lo sesgada que está la economía”. Descendiente de Friedrich Engelhorn, fundador en el año 1865 de la que hoy es la multinacional química alemana BASF, ha vivido siempre en la abundancia. Sin embargo, el estudiar en la Universidad pública le estimuló una nueva inquietud social y empezó a trabajar en pro de los derechos de los homosexuales y a luchar contra las desigualdades sociales; entró en contacto con Patriotic Millionaires o Resource Generation, movimientos de ricos norteamericanos que piden una tributación mayor, y últimamente contribuyó a crear Tax Me Now, “una iniciativa de gente rica empeñada en lograr justicia fiscal en Alemania, Austria y Suiza”, según explican en su página web, mientras solicitan firmas para conseguir una profunda reforma tributaria.

Marlene Engelhorn rechaza la filantropía y dice que se necesita “un cambio estructural” en vez de fundaciones, y se ha comprometido a traspasar el 90 por ciento de lo que herede al Estado, pero nunca a “un gobierno que no aplique impuestos sobre la riqueza”, según manifestó a “The New York Times”. El origen de la herencia de la joven vienesa proviene de un antecesor suyo que trasladó la empresa familiar fuera de Alemania, la vendió a unos laboratorios por once mil millones de dólares y la Hacienda germana no cobró nada. Ahora los medios hablan de sarcasmo cuando ella sugiere que así repara la conducta de su pariente.

En fin, no creo que Buffett, Gates, Soros y otros notables multimillonarios sean sospechosos izquierdistas aunque planteen fórmulas contrarias a gran parte de las formaciones políticas conservadoras, en la oposición, en España. Esos multimillonarios rechazan el engaño de que presionar más a las familias ricas dañe la inversión. Publicaron un artículo en el diario neoyorquino que titularon “Dejen de mimar a los superricos”.

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