Cuatro Cosas
Vaya, vaya: hace unos –pocos– años, aquí, en las tierras altas, las bajas y las medias, se organizó un pifostio entre alcaldes que mandó caralho, ¿os acordáis? No, avecilla, que es la que lo rememora, no se refiere a los líos acerca de la capitalidad ytalytal, sino a lo de los aeropuertos. Que si tres era un exceso, que si se armaría la de Troya si alguien propusiese reducir el número, y que a ver qué era eso de captar vuelos a base de pagar primas a las empresas low cost. Uyuyuy.
Ya nadie se disputa el dudoso mérito de destinar fondos públicos para abaratar billetes de uso privado y así beneficiar a empresas particulares. Ni de cómo podrías argumentarse semejante cosa de forma que pareciese razonable. El resultado de todo ello fue que los aeródromos gallegos abrieron una competencia feroz entre ellos, y el único beneficiario auténtico resultó ser Oporto. Que dio lecciones de cómo lograr que sus vecinos parezcan unos principiantes. ¿Eh...?
(Aquí, y a pesar de las evidencias, nadie quiso, ni quiere, dar su brazo a torcer, organizando y sobre todo coordinando las actividades de Peinador, Lavacolla y Alvedro para así mejorar el servicio y hacer frente a la competencia lusitana, que en ese asunto, y en varios otros, le da sopas con honda a los habitantes del Noroeste galaico/lusitano. Y el pajarillo cantos transmite una pregunta: ¿alguien cree que el tinglado actual sirve para algo positivo? ¿Eh...?)
Lo que sí asegura avecilla es que el cabreo entre los ciudadanos que, por ejemplo desde Vigo, quisieron regresar a sus hogares, tras las fiestas, y no pudieron es morrocotudo. A unos los llevaron a Santiago –que es el mejor dotado de los tres, pese a quien pese–, y a docenas de personas más las trasladaron en autobús a Madrid e incluso para llegar hasta USA desde la capital de España –el origen del viaje fue gallego– tuvieron que hacer desde Madrid escala en Londres. Lo que se llama eficacia. ¿Capisci...?