Crónica Política

Algo no va...

Javier Sánchez de Dios

Javier Sánchez de Dios

Es probable que ante el panorama que se ofrece a la gente del común, y la variedad de los diagnósticos –y, sobre todo, de las soluciones que se proponen– a estas horas no faltarán quienes, además de recordar que la Economía no es una ciencia exacta, añadirán que también parece un arte adivinatoria. Y no sólo por la citada variedad de Entre otros motivos porque demasiado a menudo las situaciones se describen tan opuestas que resulta casi imposible encontrarldes una salida coherente. Es el caso, sin ir más lejos, de lo que acaba de narrar este periódico acerca de la perspectiva industrial de Galicia y, de paso, sus efectos sobre en el mundo laboral y social.

Y es que hay datos que no solo necesitarían, para que los entendiese la gente corriente, de cursos intensivos, sino que además son tan enrevesados que parecen así a propósito, acaso para que no se entiendan del todo y de ese modo se ahorren protestas e incluso alguna que otra algarada. En este punto procede la cita de los ejemplos que FARO DE VIGO destacaba; el más grave, quizá, la inquietud de las empresas gallegas ante la probabilidad del enfriamiento de la actividad y el mantenimiento de los costes. El segundo, la caída de la inversión, lo que aumentará la gravedad de lo que sería ya en términos sanitarios un tiempo de pronóstico reservado. Que no es para alegrarse.

Quizá como factor disuasorio contra el pánico, los patronos aguardan problemas menores que los acaecidos tras las crisis anteriores, sobre todo la financiera y después la del COVID-19. Dicho de otro modo, que descartan la recesión, que es uno de los caballos del apocalipsis económico, pero que semeja contradictorio porque entre el frío de las finanzas, la caída de la inversión y el aumento de los costes –aparte la inflación misma–, el horizonte aparenta apropiado, al menos, como para que se organice alguna procesión colectiva al menos a san Andrés de Teixido, ahora que aún hay vida, y por si acaso ha de cumplirse el dicho de una visita de corpore insepulto.

Quedó dicho que, al menos para los que no profesaron el doctorado en Ciencias Económicas, los análisis –y ya ni se diga las resoluciones– pueden llegar a parecerse mucho a un batiburrillo. Y eso parece cumplirse, en efecto, al observar que las empresas de esta tierra se quejan de la falta de mano de obra, dato éste que no sorprende tanto por chocante como por reiterado. En un Reino como Galicia, con un paro más o menos permanente de casi 140.000 personas, alguien, doctor o licenciado, debería aportar explicaciones. Que sin duda ‘haberlas, haylas, y hasta puede que convincentes, pero de momento no se han postrado al público.

Son bastantes los que se aventuran a buscar motivos para esa aparente contradicción, pero por ahora no se ha encontrado una fórmula que satisfaga la curiosidad. Se habla sobre todo de salarios demasiado bajos que no invitan a la búsqueda de empleo, pero también que algunas de las medidas articuladas por la ministra Díaz y las cargas fiscales que tanto le gustan a otra, la de Hacienda. hacen preferible el paro al empleo. Lo que quizá resulte una afirmación injusta, pero que no es la primera vez que se oye o se lee. Y valdría la pena una reflexión a fondo, y si tiene algo de cierto, ponerse a buscar el modo en que, cuando se pueda, trabajar resulte mejor que no hacerlo. Porque una cosa es segura: a la vista de lo que opinan las empresas. algo pasa aquí. Y no es bueno.

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