el correo americano

‘Pinocho’

Xabier Fole

Xabier Fole

Dicen que al convertirte en padre comprendes un poco mejor a los tuyos. Puede que haya algo de verdad en esto. Pero también, en cierto modo, a ti mismo, o, más bien, al que un día fuiste. A ese que, en ocasiones, cuesta tanto perdonar. En la memoria, la del adulto, no se registra el número de nuestros pañales cambiados ni las noches sin dormir, cuando descubres los primeros sabores y aprendes a caminar, bajo la vigilancia feliz de quienes procuran que no tropieces demasiado. En ese territorio mágico e ignoto, que un célebre poeta definió como la más verdadera de las patrias, uno se abre camino poniéndole nombre a las cosas mientras las señala con el dedo, al igual que los habitantes de Macondo en la novela de García Márquez, y todo es posible, misterioso y extraordinario.

Los padres, sin embargo, sí lo recuerdan. Cómo olvidar esos ojos través de los cuales puedes volver a verlo todo, aprovechando la oportunidad que te proporciona este segundo acto para corregir los renglones torcidos de tu biografía. Cómo olvidar esa curiosidad inagotable en la que crees divisar infinitos talentos y vocaciones, desde la astronáutica hasta la música clásica, soñando con premios, discursos y viajes al extranjero. Cómo olvidar esa imaginación inmensa, esa inocencia intacta, esos abrazos y esos besos que borran de un plumazo toda la colección de nuestros días tristes, como si la vida no hubiera existido, de verdad, antes de su nacimiento.

“En la obra maestra de Del Toro, la marioneta es el único personaje que no se comporta como una marioneta”

Pero en ‘Pinocho’, la nueva obra maestra de Guillermo del Toro, nos recuerdan que todas esas fantasías que nos contamos carecen de autenticidad porque en ellas no se contemplan todavía los errores y los fracasos, las decepciones con las que dibujamos el retrato que nos distingue. Porque la vida consiste, sobre todo, en equivocarse. Como advierte el grillo Sebastian, este relato trata sobre “padres e hijos imperfectos”. El cineasta mexicano ha vuelto a subvertir el género, como hizo en ‘El laberinto del fauno’ o en ‘The Shape of Water’, cuestionando las moralejas canónicas. En ‘Pinocho’, la marioneta es el único personaje que, paradójicamente, no se comporta como una marioneta; se pregunta por la utilidad de la obediencia en el caso de que esta última solo cause dolor y recurre a las mentiras cuando éstas sirven para salvar a su familia. Ambientada en la Italia fascista de Mussolini, la película de stop-motion no solo es una hermosa fábula antitotalitaria; indaga en el amor que sienten los padres por los hijos y los hijos por los padres. Lo que vemos en ellos de nosotros y lo que queremos que ellos vean en nosotros. Lo que nos perdemos cuando nos olvidamos de que lo mejor de ellos es que son, en fin, ellos, distintos a nosotros.