Sol y sombra

Una lectura pertinente

Luis M. Alonso

Luis M. Alonso

Equivocarse más que un peruano eligiendo presidente puede convertirse a partir de ahora en un axioma. De Fujimori a Castillo –el último en hacer el ridículo con un autogolpe de Estado– los mandatarios votados en Perú han acabado investigados por corrupción o en la cárcel, excepto el centrista Francisco Sagasti, que llegó al sillón de Pizarro precisamente por sucesión constitucional. Uno de ellos, el aprista Alan García, también conocido por Caballo Loco, decidió suicidarse antes de que lo detuvieran. Pedro Castillo, la última de las ocurrencias, intentó salvarse decretando un estado de excepción y emprendiendo el camino de la dictadura antes de someterse al resultado de una moción de censura del Parlamento.

No se puede esquinar por impertinente la siguiente lectura: incluso un Parlamento desprestigiado de un Estado fallido, como es el peruano, envuelto en una zozobra constante, ha tenido armas para defenderse de la intentona golpista. En cambio, si ello sucediera en estos momentos en España, que presume de ser una democracia europea avanzada, el promotor del golpe no tendría su castigo, de aplicársele el delito de sedición, ya que este se encuentra, como ustedes recordarán, derogado por obra y gracia de Pedro Sánchez hacia sus socios de gobierno.

Al Partido Popular le ha faltado tiempo para recordarnos que Castillo, en nuestro país, habría incurrido únicamente en el delito de desórdenes públicos, algo de lo que no conviene olvidarse. Se iría de rositas, a no ser que se le acusase de rebelión, aunque para proceder de esta manera tampoco existiría, si nos atenemos al caso de los golpistas catalanes del procés, el empleo de la violencia que se requiere en este tipo de acusaciones.

Mal vamos con las rebajas del Código Penal que dejan al Estado indefenso, ahora también frente a las conductas corruptas. Y mal tirando a peor con la gestualidad de los miembros del Gobierno, amigos hasta ayer de Castillo, que han decidido respaldar a Kirchner en Argentina, condenada en una de las múltiples causas abiertas contra ella por corromperse.

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