Crónica Política
¿Otro “suicidio”?
Es bien sabido, aunque todavía existan opiniones que lo rechazan, que uno de los síntomas claros de la enfermedad que ha destruido, o llevado a la –casi– nada, a algunos partidos políticos es el de las divisiones internas, sobre todo si se abren expedientes. Hay incluso no pocos que, con razón, manifiestan su punto de vista describiendo el deterioro al modo que los japoneses llaman harakiri, que no es sino un suicidio a golpes de espada “samurai”, pero que mata más deprisa que el venenos Pero, se le llame como se le llame, ese es el final, más o menos a plazo, de cualquier organización, sea del tipo que sea, que se deje guiar por diversas sinrazones –entre ellas las ambiciones personales o el rencor por las derrotas–.
Algo parecido ocurre en un partido que, como el PSdeG, no sólo forma parte todavía de la entraña de este país, sino que ha presidido su gobierno autonómico en dos ocasiones y ha sido la clara alternativa al PP hasta ahora mismo. Y que podría perder la segunda condición, clave para recuperar la primera, a poco que se descuide frente a la bravura, inteligencia y buena estrategia de la Portavoz Nacional del BNG, doña Ana Pontón. Quien no para de ascender en las encuestas y desarrolla un atractivo político difícil de superar por la izquierda; lo que no quiere decir, ni mucho menos, que baste para llegar a la Xunta sin ayuda de otros, pero le sobra para empujar a quienes no la presten a la “casi nada”.
Lo más pintoresco es que, ignorando los avisos de la historia, un grupo de socialistas, parece que partidarios del señor Caballero –don Gonzalo– ha abierto batalla contra el actual secretario general del partido y presidente de la Diputación de A Coruña, don Valentín González Formoso. Desde el punto de vista de quien escribe, es un grave error –sin negarle el derecho a cometerlo, desde luego– tanto en el momento en que lanzan la pelea como en el modo, o estrategia en que piensan continuarla. Porque casi en vísperas de unas elecciones municipales, lanzarse contra el apparat es síntoma de deslealtad a si partido o un exceso de ambición, aunque se disfrace.
Cierto que el en apariencia líder de la oposición interna en el PSOE gallego es un hombre honesto de conciencia y honrado de condición, aunque no pocos crean que escasea en otras virtudes, como la oportunidad, también imprescindibles para la política. Pero no corresponde en absoluto a quien esto expone definir a don Gonzalo, y mucho menos negarle el derecho a plantear sus convicciones, y sus legítimas aspiraciones como y cuando lo crea necesario: sí es tarea de un observador analizar cuánto de bueno puedan tener para la gente del común este tipo de acciones y de situaciones. Ya se ha dicho que su señoría, visto desde fuera, se equivoca de momento y de objetivo. Opinión personal, claro.
Sea como fuere, no estorbaría una reflexión acerca de la realidad auténtica de la democracia interna en los partidos. Es obvio que existe, pero también que no de una manera satisfactoria: quienes ganan los congresos correspondientes prometer la unidad y la fraternidad para a continuación pasar a degüello –político, se entiende– a sus opositores derrotados y condenados al silencio y la inacción, o el sometimiento. Quien se resiste o no acata “el aparato” poco tiene que hacer salvo esperar el momento que suponga oportuno para la revancha. Hay pruebas, y ejemplos, más que abundantes de que así es como desaparecen en la historia tantos aspirantes al oficio de la política y ni siquiera logran acercarse, de verdad, a él.
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