El 21 de noviembre de cada año se celebra el “Día mundial de la pesca” con la finalidad de apoyar la pesca sostenible. La pesca es una actividad imprescindible en el mundo actual. Involucra a unos 60 millones de personas en todo el mundo y aporta aproximadamente el 25 % de las proteínas alimentarias al conjunto de los habitantes del planeta. Es, además, un aporte alimenticio saludable. En Galicia conocemos bien las virtudes del pescado y apreciamos, valoramos y respetamos a nuestro sector pesquero. Pero no solamente en Galicia. Naciones Unidas dice de la pesca, especialmente la artesanal, que “contribuye a la seguridad alimentaria, a la erradicación de la pobreza en el mundo y al desarrollo sostenible”.
Esto no quiere decir que todo sea perfecto. Existen, soy consciente, prácticas nocivas que atentan contra la pesca y los océanos. La sobrepesca, las prácticas no reguladas y destructivas, la inadecuada gestión de los deshechos, la contaminación, las deficientes condiciones de vida a bordo de los barcos… Podríamos enumerar una larga lista de problemas que hay que solucionar.
A modo de resumen podríamos decir: la pesca, incluyendo la acuicultura, es una actividad imprescindible en el mundo, tanto desde el punto de vista social como de aporte de alimentos de alta calidad, pero hay que solucionar los múltiples problemas que tiene para conseguir que sea realmente sostenible y respetuosa con las poblaciones de peces, los ecosistemas y, sobre todo, con los propios trabajadores del mar.
Pero acabo de ver un tremendo documental, que al parecer está causando furor, de título “Seaspiracy” (Piratería en los mares), que trata a la pesca como uno de los peores males a los que se enfrenta la humanidad. Lo vi y me quedé asombrado. Desde una presentación catastrofista hace una crítica feroz a la industria pesquera en su conjunto, sin distinciones. Asegura que no existe, ni puede existir, una pesca sostenible tal como nos la presentan Naciones Unidas o la FAO, ya que, en su opinión, sostenibilidad significa que algo puede continuar para siempre sin importar el daño que hace. Curiosa manera de definir la “sostenibilidad”.
"Hay que ser respetuoso con las especies marinas, con los ecosistemas y sobre todo con los pescadores"
Pero no solamente es furibundo con el sector pesquero, tanto con el más industrial como con el artesanal, a cuyos pescadores muestra como seres crueles que masacran sistemática y deliberadamente delfines y otros mamíferos marinos, también lo es con las ONG medioambientalistas y con las certificadoras de sostenibilidad. También acusa y menosprecia a los grandes gestores de la pesca tal como el Comisario Europeo de Pesca.
Niega que el consumo de pescado sea saludable e indica que si se quiere introducir omega-3 en la dieta es mejor consumir directamente las algas de donde proceden. Asocia a la pesca y la acuicultura con la esclavitud y las tacha de corruptas. Sin embargo, me pareció entender que justifica en cierta medida a la piratería en aguas de la zona de Somalia ya que, aunque califica como infame a esa piratería, considera que la sobrepesca hizo que humildes pescadores “no tuvieran más remedio que buscarse otro trabajo”.
La conclusión del documental es que, ante tanto desmán en el mundo de la pesca, lo único ético es dejar de comer pescado.
Mi opinión es totalmente opuesta. Creo que hay que ser sumamente respetuoso con las especies marinas, todas, tanto peces como crustáceos, moluscos, mamíferos, corales, esponjas, etc., y con los ecosistemas, pero también, y quizá sobre todo, con los pescadores. Y aunque muchas veces no esté de acuerdo con ellos, hay que respetar a las ONG y a las autoridades que gestionan la pesca. Mejoremos nuestra pesca, mejoremos su gestión, pero consumamos pescado, es bueno para la sociedad, para las comunidades pesqueras, para la salud y para la economía de muchos países.
*Instituto de Estudios Vigueses
