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Xoel Ben Ramos

El día de la COP

Sufría Bill Murray en “El día de la marmota” el castigo de encontrarse indefinidamente en la misma jornada. Cierto es que la maldición concedía sólo a éste manejar a su antojo las horas que se sucedían, con lo cual, la peli acaba bien y el encantamiento se esfuma. Con la Cumbre climática, que el viernes debería haber puesto el cartel de “Hasta la próxima” parece que ocurre lo mismo; en los últimos años cada conferencia se asemeja a la anterior en todo. En las decisiones clave, como la de alcanzar el máximo de emisiones de CO2 en 2025, siendo que a partir de esta fecha se reduzcan para mantener a raya los 1,5º de calentamiento global. Medida que todavía se continuará debatiendo en la COP del 2023. En las contradicciones, por ejemplo, sobre quién paga la factura del desastre provocado por los daños del clima (los viejos contaminadores: EEUU y la UE; o los nuevos: China, India,…) y a quién le corresponde recibir esta ayuda, ¿quienes más los sufren? Hasta en el baile de las partes se repite la trama de cumbres anteriores. Los hay que primero dicen “digo”, al rato: “Diego”. Véase si no el rechazo de partida a los combustibles fósiles y su subsidiación para después –¿muchos petrodólares de por medio?– se vuelva a acordar “vetemos el carbón, no así gas y petróleo”.

Por eso que “El día de la COP” fue la reunión egipcia. Una repetición de lo acaecido en Glasgow y más atrás. Hasta en lo de alargar la última sesión, como si una cumbre carente de aplazamientos no demostrara afán y ambición para llegar a acuerdos sensatos entre los casi 200 países partícipes. Se comenta también –en los mentideros– que lo de estirar como un chicle la conferencia tenía un objetivo oculto. Para no volver a los grises ministerios, pasar el finde en Catar, “que está aquí al lado”. Además los árabes sí dan ejemplo. De sostenibilidad con sus calles, estadios y plazas con aire acondicionado, con su legislación tan paritaria, su respeto por los derechos humanos y esa estrecha relación con la comunidad LGTBI+. Un dechado de virtudes estos cataríes, como vino a confirmar el sábado la FIFA por boca de su presidente Infantino.

En fin, que el regreso de los negociadores sea vía Doha o no, es lo de menos visto el panorama. Bajo el brazo las delegaciones traen un puñado de propuestas descuidadas, sin concreción y sospechosamente parecidas a las de Glasgow pero… ¡qué bonitas son las playas de Sharm el-Sheij! Y cuánta falta nos hace un Murray en la COP28.

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