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Luis M. Alonso.

Sol y sombra

Luis M. Alonso

Balones fuera

El Ejecutivo zanja problemas echándole la culpa a los demás

Este Gobierno es especialista en zanjar de modo expeditivo los asuntos que le afectan echándole la culpa de sus fracasos a los demás. No es nada original, otros ya lo hicieron en otros momentos y circunstancias, pero nunca ha ocurrido con la insistencia de ahora. Irene Montero, ese faro que ilumina a las mujeres, tras conocer que su controvertida ley del solo sí es sí beneficiaba a los violadores en vez de a las víctimas, lo primero que hizo fue culpar a los jueces de no saber interpretar una norma defectuosamente redactada y que, como más de uno le advirtió, no tiene pies ni cabeza. Para no admitir su responsabilidad ni la de los ectoplasmas con cerebros de almeja que la rodean, calificó a los magistrados, sin excepción, de machistas.

“Sánchez justifica otra de sus reformas exprés por la herencia del ‘problemón de convivencia’ en Cataluña”

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Victoria Rosell, delegada del Gobierno contra la violencia de género y una de las subordinadas de Montero, insistió en los “errores judiciales” y no se le ocurrió otra cosa mejor para frenar la catarata de revisiones de condenas que sugerir a los medios de comunicación que no informen de las peticiones de los abogados de los violadores que se benefician de la calamitosa ley liderada por su jefa, cuando lo que había que hacer es retirarla y dimitir. Las dos: su jefa y ella. Pero no, la culpa de todo este disparate la tienen los periodistas.

No hace mucho todavía, Pedro Sánchez aprovechó otra reforma exprés, la de la malversación, para justificarla lamentándose de que había heredado “un problemón de convivencia en Cataluña”. Por culpa de Rajoy y del Partido Popular, claro, no de sus asociados actuales, Junqueras y compañía, que se alzaron contra el Estado y sus instituciones, y a los que después de haberlos indultado y allanado el camino para que lo puedan seguir intentando, quiere ahora condonarles el delito de apropiación indebida del dinero público. Todo para “favorecer la concordia entre los catalanes”, dice este caradura. ¿La malversación es un problema? Pues, ya está, abolimos el delito.

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