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El fardo de los viejos

Convertir la relación entre jóvenes y ancianos en una rivalidad es equivocarse de batalla y hasta de guerra

No hay nada más fácil que embutir a individuos en un fardo colectivo y convertirlo en el saco de todos los golpes. Los excesos, trampas y errores de unos cuantos se extienden a la totalidad, los esfuerzos y valores personales se diluyen en un magma sin rostro y el conjunto pasa a tomar la tonalidad que los ojos exteriores eligen. Si la tormenta arrecia y la incertidumbre asfixia, es el momento de patear el saco. ¡Y qué libres seremos! ¡Cómo mejorará nuestra vida!

La vejez ha vivido sus más y sus menos en la historia de la humanidad. Momentos de declive y de admiración. A veces, circunstancias excepcionales motivaron cambios en su percepción. En la Edad Media, época de cruzadas y guerreros, las ínfimas pulgas de la peste negra se cebaron en niños y jóvenes. Los viejos, en aquel momento arrinconados o convertidos en inertes figuras de veneración, escalaron posiciones de poder. Patricios ocasionales que volvieron a caer en desgracia en el Renacimiento. Sacudido el miedo y la miseria medieval, los cuerpos jóvenes y bellos volvieron a ser los protagonistas. ¡Y qué bien los retrataba Miguel Ángel!

En la actualidad, la vejez se lleva mal con el culto al cuerpo y la eterna juventud. La ancestral figura del anciano como fuente de sabiduría se estrella a los dos segundos de hacer una búsqueda en Google. Algún día sabremos cómo la gestión de la pandemia, esos asilos convertidos en campos de exterminio, ha devaluado socialmente a los mayores. Cuando todo se tambaleó, demasiados fueron abandonados.

"Algún día sabremos cómo esos asilos convertidos en campos de exterminio han devaluado a los mayores"

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No, no es posible asistir al debate sobre las pensiones de los baby boomers sin tener en cuenta la percepción actual de la vejez. Tropezar con argumentos que pretenden culpabilizar a los mayores de la precariedad de los jóvenes es internarse en sendas peligrosas de la indignación. Recurrir a la imagen del jubilado propietario de varios inmuebles que se beneficia del Imserso es tan necio intelectual, social y políticamente como señalar la frivolidad de unos jóvenes que prefieren supuestamente la fiesta a poder pagar una hipoteca.

Las pensiones fueron un logro social largamente luchado. Batallar contra ellas es atacar a mordiscos el tambaleante Estado de bienestar desde dentro. Convertir la relación entre jóvenes y mayores en una rivalidad es equivocarse de batalla y hasta de guerra. ¡Ultraliberalismo o muerte! La solidaridad intergeneracional salvó a muchos cuando el España va bien se quebró. Reventarla es quedarnos un poco más a la intemperie. Los humanos somos capaces de todo, hasta de castigarnos por adelantado.

*Escritora

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