Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Joaquín Rábago.

¿El fin de Putin?

Tal y como se desarrolla la guerra de Ucrania, con la reconquista por Kiev de una pequeña parte de los territorios ocupados, protestas en las ciudades rusas y huida de los ciudadanos de este país que tratan de esquivar la leva, muchos ven ya en Occidente el fin del régimen de Vladimir Putin.

¿Se producirá más pronto que tarde un golpe palaciego en el Kremlin? Otra cosa, un levantamiento popular que derroque al Gobierno, es totalmente descartable dado el férreo control del régimen sobre los ciudadanos.

Putin parece últimamente un animal herido, y esto es lo que le hace especialmente peligroso, sobre todo habida cuenta de que está al frente de una potencia nuclear y que ya ha advertido de que no dudaría en utilizar esa arma si la patria estuviese en peligro.

El resultado positivo del referéndum convocado por el Kremlin en los territorios mayoritariamente rusófonos de Ucrania significará que éstos pasan a formar parte de Rusia y cualquier ataque a los mismos se consideraría un ataque a la propia Federación.

Y la respuesta a Kiev en ese caso podría ser la nuclear con la que ha amenazado siempre Putin aunque éste no tendría, al menos en un primer momento, que llegar a tal extremo.

Rusia, podría, por ejemplo, bombardear con su armamento convencional las centrales de electricidad y las líneas de transmisión ucranianas, exactamente como hizo EE UU cuando invadió, también ilegalmente, Irak.

De hecho algunos observadores occidentales han expresado su sorpresa por el hecho de que hasta ahora Rusia no haya empleado a fondo su potencial militar para paralizar totalmente al país invadido.

"Un levantamiento popular que derroque al Gobierno, es totalmente descartable dado el férreo control del régimen sobre los ciudadanos"

decoration

Rusia podría también atacar con aún mayor ferocidad que hasta ahora las principales ciudades ucranianas, aprovechando que la OTAN no ha querido declarar una zona de exclusión aérea a fin de no verse directamente involucrada en el conflicto.

Y eso es precisamente lo que, en vista de los reveses sufridos por las tropas rusas, le reprochan a Putin sus propios halcones, que esta peligrosa especie no es exclusiva de Washington.

EE UU, que es en el fondo quien determina la estrategia, parece apostar en cualquier caso por una guerra de desgaste que debilite definitivamente a Rusia, algo que, en su opinión, le está dando hasta ahora resultado.

A su vez, el Kremlin confía en el efecto bumerán de las sanciones occidentales contra Rusia, que podrían aumentar el descontento de los ciudadanos europeos con una guerra sin fin que aumenta la miseria económica de muchos.

Lo más inquietante en cualquier caso es el silencio de la diplomacia a uno y otro lado del conflicto.

Se dice en Occidente que no tiene sentido dialogar con Putin, a quien se culpa de mentir sistemáticamente mientras que en Moscú se acusa a Washington de ser quien mueve los hilos del Gobierno ucraniano. La posición de Kiev es de hecho cada día más dura, y así el principal asesor del presidente ucraniano, Myjailo Podolyak, sostiene que “hay que llevar hasta el final una guerra que ha movilizado tantos recursos de nuestros socios europeos y americanos” (1).

Para Kiev, explica Podolyak, ganar la guerra significa la retirada de las tropas rusas de todo el territorio ucraniano, el pago por Moscú de reparaciones por todos los daños materiales infligidos a Ucrania y la constitución de un tribunal penal, además de la fijación de unas fronteras que Rusia no podrá en ningún caso violar.

Una Rusia que habrá perdido la guerra, sostiene el asesor del presidente Zelenski, tendrá que entregar a Ucrania a cuantos hayan cometido crímenes de guerra y eran ciudadanos ucranianos hasta el comienzo de la invasión.

Y sólo puede haber negociaciones, agrega, “una vez liberada la totalidad del territorio ucraniano, incluida Crimea, porque otra cosa no haría más que prolongar la guerra”.

¿Piensa alguien que Vladimir Putin podría aceptar todo eso y continuar en el Kremlin?

(1) En declaraciones al semanario alemán Die Zeit.

Compartir el artículo

stats